Colin Standish-La Naturaleza Humana de Cristo, Una Re-evaluación 3
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Colin Standish-La Naturaleza Humana de Cristo, Una Re-evaluación 3
Imposible dejar de pecar.-
El cuarto tema bien puede ser la motivación subyacente para todo el énfasis puesto en los años recientes en una naturaleza de Cristo no caída, o sólo parcialmente caída. El artículo editorial de la revista Ministry citada al principio de este documento, expresa los siguientes pensamientos: "El acompañante obligado en este tema de la naturaleza de Cristo... es, por supuesto, lo relativo a la perfección impecable impartida por Cristo, obrada en el corazón y conducta del creyente en Cristo... Esos asuntos específicos... tienen especial prominencia en la mente y corazón adventistas en relación con el fin del tiempo de gracia, el juicio final y la segunda venida de Cristo" (Agosto 2003, pág. 4).
Ya hemos citado en este documento opiniones a propósito de que la perfecta ausencia de pecado es imposible debido a nuestra naturaleza pecaminosa, y de que la gracia ha de se-guir estando disponible hasta la venida de Jesús, puesto que nunca estaremos libres de pe-cado. Woodrow Whidden lo ha expresado así: "¿Llegarán a alcanzar nuestra naturaleza y experiencia una ausencia tal de pecado, de este lado de la glorificación (incluso después del final del tiempo de gracia), como para dejar de necesitar los constantes méritos justificadores de Jesús? ¿Tomamos con seriedad a E. White cuando dice que las ‘defi-ciencias inevitables’ de los creyentes son remediadas por la justicia ‘imputada’ de Cristo y que ‘Jesús ama a sus hijos, incluso cuando se equivocan’?... ¿No es acaso la perfección primariamente una actitud, más bien que una realización?" (Ministry, Octubre de 1993).
Es pertinente prestar de nuevo atención a 1 Pedro 2:21-22: "Para esto fuisteis llamados, por-que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas. Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca".
E. White urgió el mismo tema: "Si es que no tuvo la naturaleza del hombre, no pudo ser nuestro ejemplo. Si no hubiese sido participante de nuestra naturaleza, no habría podido ser tentado tal como lo ha sido el hombre. Si para él no hubiera sido posible ceder a la tentación, no habría podido ser nuestro ayudador... Su tentación y victoria nos dicen que la humanidad debe copiar el Modelo" (Review and Herald, 18 de Febrero de 1890).
Aceptando la doctrina evangélica de que la expiación fue completada en la cruz y de que Jesús nació con la naturaleza impecable de Adán anterior a la caída, la mayor parte de los púlpitos de nuestras iglesias han dejado de predicar que Jesús es nuestro Ejemplo en vencer toda tentación y pecado. Por consiguiente, el mensaje del santuario ha dejado de ser relevante, y el mensaje de advertencia del mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 ha dejado de ser una pieza clave en el plan divino de la salvación. De ese modo podríamos ser salvos en nuestros pecados, no siendo ya necesario el desarrollo del carácter; no sería posi-ble obedecer perfectamente los mandamientos de Dios mediante el poder del Espíritu San-to; el Espíritu de Profecía queda así relegado a la categoría de reliquia irrelevante del siglo XIX, y el sábado del séptimo día deja de ser guardado de acuerdo con Isaías 58:13.
Echemos una breve ojeada a algunas de las evidencias inspiradas a propósito de que el ejemplo de Cristo demuestra que la generación final vivirá vidas libres de pecado, contraria-mente a lo que nuestros "expertos" nos están diciendo:
"Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y dejarnos el ejemplo de una vida sin pecado" (DTG:32).
"Envió a su Hijo al mundo para que llevase la penalidad del pecado, y para mostrar al hom-bre cómo vivir una vida sin pecado" (Reflecting Christ:37).
"Vino a este mundo y vivió una vida sin pecado, para que en su poder su pueblo pudiera también vivir vidas sin pecado" (Review and Herald, 1 de Abril de 1902).
"Nos ha colocado en un terreno ventajoso, en el que podemos vivir vidas puras y sin pecado" (Signs of the Times, 17 de Junio de 1903).
"Todo aquel que por la fe obedece los mandamientos de Dios alcanzará la condición de im-pecabilidad en la que vivió Adán antes de su transgresión" (Signs of the Times, 23 de Julio de 1902).
"Cristo nos ha dejado un ejemplo perfecto, en el cual no encontramos pecado. Sus seguido-res deben caminar en sus pisadas" (Hijos e Hijas de Dios:296).
"La vida de Cristo es una revelación de aquello en lo que pueden convertirse los caídos seres humanos, mediante la unión y compañerismo con la naturaleza divina" (18ML:331).
"El Salvador llevó sobre sí los achaques de la humanidad y vivió una vida sin pecado, para que los hombres no teman que la flaqueza de la naturaleza humana les impida vencer. Cristo vino para hacernos ‘participantes de la naturaleza divina’, y su vida es una afirmación de que la humanidad, en combinación con la divinidad, no peca. El Salvador venció para enseñar al hombre cómo puede él también vencer" (El Ministerio de Curación:136).
"Dios hizo por nosotros lo mejor que podía hacer, cuando envió del cielo a un Ser impecable para manifestar a este mundo de pecado lo que han de ser en carácter quienes han de ser salvos: puros, santos e incontaminados" (9ML:125).
"Cristo vino a la tierra... para mostrar en la controversia con Satanás que el hombre, tal como Dios lo creó, conectado con el Padre y con el Hijo, puede obedecer todo requerimiento divi-no" (Signs of the Times, 9 de Junio de 1898).
"Al tomar nuestra naturaleza caída, mostró lo que ésta podría llegar a ser" (3MS:151).
"Hermanos y hermanas, necesitamos la reforma que han de tener todos cuantos hayan de ser redimidos, mediante la purificación de la mente y corazón de toda mancha de pecado" (Counsels on Health:633).
"Somos limpiados de todo pecado, de todo defecto de carácter. No necesitamos retener ni una sola propensión pecaminosa" (Review and Herald, 24 de Abril de 1900).
"Toda tendencia hereditaria y cultivada hacia el pecado debe ser reconocida, subyugada y limpiada" (Signs of the Times, 18 de Julio de 1895).
"Aborrecerán el pecado y la iniquidad, así como Cristo aborreció el pecado" (Fe y Obras:119).
"Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vi-da de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso" (DTG:621).
"Odiarán al pecado con un odio perfecto" (Fundamentals of Christian Education:291).
Conclusión.-
El asunto de la naturaleza humana de Cristo no va a ser resuelto en unos pocos días, puesto que está en juego todo el plan de la salvación. Hebreos 2:14-15 nos dice que Jesús iba a destruir "por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte", "y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre". El versículo 17 nos dice que la única forma en que Cristo podía lograr tal cosa es siendo "en todo semejante a sus hermanos": no en algunos aspectos, sino "en todo". La inspiración nos dice además: "La gran obra de la redención podía sólo ser llevada a cabo mediante el Redentor tomando el lugar del Adán caído" (Review and Herald, 24 de Febrero de 1874). No habría podido cumplirse si Cristo hubiera tomado el lugar de Adán antes de la caída, o si no hubiera tomado el lugar de nadie (parcialmente como Adán y parcialmente como nosotros). A fin de ser nuestro Sustituto impecable, tuvo que vencer las debilidades de nuestra naturaleza caída. Cristo se había de erigir en poder vencedor, allí donde había existido una fuerza irresistible para el hombre.
Si bien no se trata de un comentario inspirado, esta declaración del Seventh Day Bible Commentary demuestra una profunda comprensión del acto redentor de Cristo: "Cristo en-frentó, venció y condenó al pecado en la esfera en la que previamente había ejercido su do-minio y señorío. La carne, escenario de los triunfos del pecado hasta entonces, vino ahora a convertirse en el escenario de su derrota y expulsión" (Vol. 6, p. 562, edición en inglés).
La gran cuestión a la que debía dar respuesta la encarnación es: ¿Puede Dios vencer real-mente en el último refugio de Satanás, el corazón humano caído? Si es posible que las debilidades y deseos humanos se sujeten a la ley de Dios, entonces Satanás ha perdido su última batalla y la gran controversia queda verdaderamente decidida. Pero si Dios tuvo que hacer exento a su Hijo de ciertas tendencias humanas, ¿está la gran controversia más cer-cana a su final que cuando Satanás fue expulsado del cielo?
Cuando Jesús prevaleció en la cruz, se oyó en el cielo una gran voz que proclamó: "Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos" (Apoc. 12:10). ¿Nos permitiremos desposeer a Cristo de su gran victoria bajo el pretexto de hacer de él nuestro "sustituto impecable"? ¿Le negaremos la plena salvación que trajo, no sólo sobre los actos pecaminosos, sino también sobre la naturaleza humana debilitada, caída y pecaminosa en la Satanás había creído reinar de forma suprema desde la caída de Adán? Permitamos que Cristo sea verdaderamente nuestro Sustituto impecable, a la vez que nuestro santo Ejemplo. Sólo el auténtico Cristo, realizando una auténtica expiación, puede conducir a su iglesia hacia la victoria final.
El cuarto tema bien puede ser la motivación subyacente para todo el énfasis puesto en los años recientes en una naturaleza de Cristo no caída, o sólo parcialmente caída. El artículo editorial de la revista Ministry citada al principio de este documento, expresa los siguientes pensamientos: "El acompañante obligado en este tema de la naturaleza de Cristo... es, por supuesto, lo relativo a la perfección impecable impartida por Cristo, obrada en el corazón y conducta del creyente en Cristo... Esos asuntos específicos... tienen especial prominencia en la mente y corazón adventistas en relación con el fin del tiempo de gracia, el juicio final y la segunda venida de Cristo" (Agosto 2003, pág. 4).
Ya hemos citado en este documento opiniones a propósito de que la perfecta ausencia de pecado es imposible debido a nuestra naturaleza pecaminosa, y de que la gracia ha de se-guir estando disponible hasta la venida de Jesús, puesto que nunca estaremos libres de pe-cado. Woodrow Whidden lo ha expresado así: "¿Llegarán a alcanzar nuestra naturaleza y experiencia una ausencia tal de pecado, de este lado de la glorificación (incluso después del final del tiempo de gracia), como para dejar de necesitar los constantes méritos justificadores de Jesús? ¿Tomamos con seriedad a E. White cuando dice que las ‘defi-ciencias inevitables’ de los creyentes son remediadas por la justicia ‘imputada’ de Cristo y que ‘Jesús ama a sus hijos, incluso cuando se equivocan’?... ¿No es acaso la perfección primariamente una actitud, más bien que una realización?" (Ministry, Octubre de 1993).
Es pertinente prestar de nuevo atención a 1 Pedro 2:21-22: "Para esto fuisteis llamados, por-que también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas. Él no cometió pecado ni se halló engaño en su boca".
E. White urgió el mismo tema: "Si es que no tuvo la naturaleza del hombre, no pudo ser nuestro ejemplo. Si no hubiese sido participante de nuestra naturaleza, no habría podido ser tentado tal como lo ha sido el hombre. Si para él no hubiera sido posible ceder a la tentación, no habría podido ser nuestro ayudador... Su tentación y victoria nos dicen que la humanidad debe copiar el Modelo" (Review and Herald, 18 de Febrero de 1890).
Aceptando la doctrina evangélica de que la expiación fue completada en la cruz y de que Jesús nació con la naturaleza impecable de Adán anterior a la caída, la mayor parte de los púlpitos de nuestras iglesias han dejado de predicar que Jesús es nuestro Ejemplo en vencer toda tentación y pecado. Por consiguiente, el mensaje del santuario ha dejado de ser relevante, y el mensaje de advertencia del mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 ha dejado de ser una pieza clave en el plan divino de la salvación. De ese modo podríamos ser salvos en nuestros pecados, no siendo ya necesario el desarrollo del carácter; no sería posi-ble obedecer perfectamente los mandamientos de Dios mediante el poder del Espíritu San-to; el Espíritu de Profecía queda así relegado a la categoría de reliquia irrelevante del siglo XIX, y el sábado del séptimo día deja de ser guardado de acuerdo con Isaías 58:13.
Echemos una breve ojeada a algunas de las evidencias inspiradas a propósito de que el ejemplo de Cristo demuestra que la generación final vivirá vidas libres de pecado, contraria-mente a lo que nuestros "expertos" nos están diciendo:
"Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y dejarnos el ejemplo de una vida sin pecado" (DTG:32).
"Envió a su Hijo al mundo para que llevase la penalidad del pecado, y para mostrar al hom-bre cómo vivir una vida sin pecado" (Reflecting Christ:37).
"Vino a este mundo y vivió una vida sin pecado, para que en su poder su pueblo pudiera también vivir vidas sin pecado" (Review and Herald, 1 de Abril de 1902).
"Nos ha colocado en un terreno ventajoso, en el que podemos vivir vidas puras y sin pecado" (Signs of the Times, 17 de Junio de 1903).
"Todo aquel que por la fe obedece los mandamientos de Dios alcanzará la condición de im-pecabilidad en la que vivió Adán antes de su transgresión" (Signs of the Times, 23 de Julio de 1902).
"Cristo nos ha dejado un ejemplo perfecto, en el cual no encontramos pecado. Sus seguido-res deben caminar en sus pisadas" (Hijos e Hijas de Dios:296).
"La vida de Cristo es una revelación de aquello en lo que pueden convertirse los caídos seres humanos, mediante la unión y compañerismo con la naturaleza divina" (18ML:331).
"El Salvador llevó sobre sí los achaques de la humanidad y vivió una vida sin pecado, para que los hombres no teman que la flaqueza de la naturaleza humana les impida vencer. Cristo vino para hacernos ‘participantes de la naturaleza divina’, y su vida es una afirmación de que la humanidad, en combinación con la divinidad, no peca. El Salvador venció para enseñar al hombre cómo puede él también vencer" (El Ministerio de Curación:136).
"Dios hizo por nosotros lo mejor que podía hacer, cuando envió del cielo a un Ser impecable para manifestar a este mundo de pecado lo que han de ser en carácter quienes han de ser salvos: puros, santos e incontaminados" (9ML:125).
"Cristo vino a la tierra... para mostrar en la controversia con Satanás que el hombre, tal como Dios lo creó, conectado con el Padre y con el Hijo, puede obedecer todo requerimiento divi-no" (Signs of the Times, 9 de Junio de 1898).
"Al tomar nuestra naturaleza caída, mostró lo que ésta podría llegar a ser" (3MS:151).
"Hermanos y hermanas, necesitamos la reforma que han de tener todos cuantos hayan de ser redimidos, mediante la purificación de la mente y corazón de toda mancha de pecado" (Counsels on Health:633).
"Somos limpiados de todo pecado, de todo defecto de carácter. No necesitamos retener ni una sola propensión pecaminosa" (Review and Herald, 24 de Abril de 1900).
"Toda tendencia hereditaria y cultivada hacia el pecado debe ser reconocida, subyugada y limpiada" (Signs of the Times, 18 de Julio de 1895).
"Aborrecerán el pecado y la iniquidad, así como Cristo aborreció el pecado" (Fe y Obras:119).
"Cuando conozcamos a Dios como es nuestro privilegio conocerle, nuestra vida será una vi-da de continua obediencia. Si apreciamos el carácter de Cristo y tenemos comunión con Dios, el pecado llegará a sernos odioso" (DTG:621).
"Odiarán al pecado con un odio perfecto" (Fundamentals of Christian Education:291).
Conclusión.-
El asunto de la naturaleza humana de Cristo no va a ser resuelto en unos pocos días, puesto que está en juego todo el plan de la salvación. Hebreos 2:14-15 nos dice que Jesús iba a destruir "por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte", "y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre". El versículo 17 nos dice que la única forma en que Cristo podía lograr tal cosa es siendo "en todo semejante a sus hermanos": no en algunos aspectos, sino "en todo". La inspiración nos dice además: "La gran obra de la redención podía sólo ser llevada a cabo mediante el Redentor tomando el lugar del Adán caído" (Review and Herald, 24 de Febrero de 1874). No habría podido cumplirse si Cristo hubiera tomado el lugar de Adán antes de la caída, o si no hubiera tomado el lugar de nadie (parcialmente como Adán y parcialmente como nosotros). A fin de ser nuestro Sustituto impecable, tuvo que vencer las debilidades de nuestra naturaleza caída. Cristo se había de erigir en poder vencedor, allí donde había existido una fuerza irresistible para el hombre.
Si bien no se trata de un comentario inspirado, esta declaración del Seventh Day Bible Commentary demuestra una profunda comprensión del acto redentor de Cristo: "Cristo en-frentó, venció y condenó al pecado en la esfera en la que previamente había ejercido su do-minio y señorío. La carne, escenario de los triunfos del pecado hasta entonces, vino ahora a convertirse en el escenario de su derrota y expulsión" (Vol. 6, p. 562, edición en inglés).
La gran cuestión a la que debía dar respuesta la encarnación es: ¿Puede Dios vencer real-mente en el último refugio de Satanás, el corazón humano caído? Si es posible que las debilidades y deseos humanos se sujeten a la ley de Dios, entonces Satanás ha perdido su última batalla y la gran controversia queda verdaderamente decidida. Pero si Dios tuvo que hacer exento a su Hijo de ciertas tendencias humanas, ¿está la gran controversia más cer-cana a su final que cuando Satanás fue expulsado del cielo?
Cuando Jesús prevaleció en la cruz, se oyó en el cielo una gran voz que proclamó: "Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros hermanos" (Apoc. 12:10). ¿Nos permitiremos desposeer a Cristo de su gran victoria bajo el pretexto de hacer de él nuestro "sustituto impecable"? ¿Le negaremos la plena salvación que trajo, no sólo sobre los actos pecaminosos, sino también sobre la naturaleza humana debilitada, caída y pecaminosa en la Satanás había creído reinar de forma suprema desde la caída de Adán? Permitamos que Cristo sea verdaderamente nuestro Sustituto impecable, a la vez que nuestro santo Ejemplo. Sólo el auténtico Cristo, realizando una auténtica expiación, puede conducir a su iglesia hacia la victoria final.
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