Colin Standish-La Naturaleza Humana de Cristo, Una Re-evaluación 1
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Colin Standish-La Naturaleza Humana de Cristo, Una Re-evaluación 1
Hay ciertos temas de los que simplemente se prefiere no hablar. Por más apropiados que sean para el diálogo, se los evita escrupulosamente. A menudo se nos intenta hacer creer que en realidad no son asuntos importantes, que es indiferente el pensar de una u otra forma al respecto. Durante los últimos 25 años la naturaleza humana de Cristo ha venido siendo uno de esos temas. ¿Cuántos predicadores están dispuestos a hablar públicamente de ella? Sin embargo, por extraño que parezca, ese tema ha seguido estando presente en nuestras publicaciones. En la revista Ministry encontramos un reciente ejemplo:
Antiguos temas recurrentes.-
"Si bien las discusiones, tensiones y divisiones que suscita fatigan sobremanera al alma adventista, es cierto que hay aspectos de ese diálogo que son fascinantes y llenos de significado [el motivo es la estrecha relación que guarda con los grandes temas del conflicto de los siglos y el plan de la salvación]. La publicación de dos artículos en esta revista ha suscitado cuestiones y las va a suscitar inevitablemente entre algunos de nuestros lectores.
En primer lugar está el estudio doctrinal de Roy Naden: ‘The Nature of Christ: Four Measures of a Mystery' [La naturaleza de Cristo: cuatro dimensiones de un misterio]. A continuación el importante artículo de Woodrow Whidden sobre el tema, informando y comentando la nueva publicación del libro Questions on Doctrine.
En razón de esos dos artículos, nos pareció que sería esclarecedor e interesante incluir un artículo explicativo... que Ministry publicó por primera vez hace 33 años en su número de Octubre de 1970.
Aunque desde 1970 han pasado diluvios de agua bajo el puente teológico de nuestra Iglesia, en Ministry seguimos sintiéndonos básicamente de acuerdo con las posiciones defendidas en los temas tratados por los tres ensayistas en dicho artículo...
Está claro que Jesús nació y vino a esta tierra en circunstancias absolutamente singulares, diferentes de las nuestras, y por lo tanto, recibió una naturaleza única en su clase... Su naturaleza es y fue completamente impecable" (Ministry, Agosto del 2003, pág. 4. [Comentarios entre corchetes insertado por el autor del presente artículo]).
Por toda evidencia, los redactores consideraron que el asunto de la naturaleza humana de Cristo tenía la importancia suficiente como para dedicarle diversos artículos, con el expreso propósito de demostrar que la naturaleza de Cristo era sustancialmente distinta a la nuestra.
Tres asuntos básicos.-
La siguientes declaraciones están tomadas del artículo de Roy Naden (Ministry, Junio del 2003, pág. 8-11).
"A diferencia de nosotros en nuestro estado pecaminoso, Jesús no tuvo la más mínima inclinación o deseo hacia el pecado". El primer punto consiste en que Cristo no tuvo la más mínima inclinación al egoísmo, orgullo, impaciencia, duda, desánimo, o a evitar las pruebas.
"Había aceptado nuestra humanidad con las limitaciones físicas que habían impuesto miles de años de desintegración pecaminosa, pero tomó la naturaleza humana sin heredar de ninguna forma la pecaminosidad del ser humano. ¡Misterio!" El segundo punto consiste en que Cristo tuvo una herencia humana parcial, dado que no heredó inclinaciones pecaminosas. "Heredó nuestra naturaleza humana, pero no la pecaminosidad de esta herencia humana extremadamente pecaminosa. ¡Misterio!"
Eric Webster dio soporte a ese punto de vista en una carta al director (Ministry, Octubre 2004, pág. 30).
"En referencia al nacimiento de Set, E. White escribe: ‘Set... no heredó de la naturaleza de Adán más bondad natural que Caín. Nació en pecado’ (Signs of the Times, 20 de Febrero de 1879)... Si Cristo hubiera poseído una naturaleza pecaminosa tal como Set, habría necesita-do un Salvador". El tercer punto consiste en la asunción de que la naturaleza pecaminosa es pecado, y está en necesidad de la gracia perdonadora.
"¿Fue Cristo como Adán antes de la caída, o como Adán después de ella? Yo diría que am-bas cosas. Fue como Adán antes de la caída en su impecabilidad, pureza y santidad de mente y carácter. Fue como Adán después de la caída en las fragilidades, flaquezas y debilidades de la carne. Tal como dice Naden: ‘Jesús fue afectado, pero no infectado por el pecado’". Se insiste una vez más en que Jesús aceptó una herencia parcial de la raza humana.
Las siguientes declaraciones han sido extraídas de un "Supplement to The Ministry" (Octubre de 1970, vuelto a publicar en Agosto del 2003).
"La posteridad de Adán ha llegado siempre a este mundo heredando una naturaleza caída, pecaminosa, propensiones al mal, y aparte del Salvador, condenación a la muerte eterna" (p. 7). Tiene cierto interés que en nuestra declaración oficial de creencia nº 7 no se haga mención alguna a una condenación automática. "Sus descendientes comparten esta naturaleza caída y sus consecuencias. Nacen con debilidades y tendencias al mal" (Ministry, Junio del 2003, pág. 8).
En el suplemento de Ministry leemos que "Cristo no heredó en su nacimiento la naturaleza caída que hereda la posteridad de Adán... Si Cristo hubiera heredado la naturaleza malvada que deriva de la caída de Adán, también él habría nacido en pecado, bajo condenación, y por lo tanto en necesidad de un Salvador para él mismo... No tenía en su naturaleza aquello que lo predispondría a pecar. No poseía las pasiones ni los deseos interiores que nosotros estamos obligados a subyugar diariamente por la gracia de Dios".
Los que forman el pueblo de Dios están limitados por "su incapacidad para igualar de forma positiva la infinita perfección de Cristo, debido a que su naturaleza, facultades, poderes mental y moral o capacidades son todavía imperfectas y permanecen así hasta la segunda venida de Jesús... Por tanto tiempo como retengamos esas imperfectas facultades, por tanto tiempo como nuestros poderes sean inferiores y nuestras naturalezas humanas de base muestren resultados tan evidentes de la caída, no podemos pretender estar libres de pecado.
[Jesús] no heredó el tipo de naturaleza que nosotros heredamos al nacer. De haber sido así, habría sido el tipo de naturaleza que... ha de ser la posesión del pueblo de Dios en ocasión de la segunda venida". Es evidente la insistencia en que Cristo no heredó una naturaleza humana normal, sino que recibió una naturaleza especial, creada específicamente para él y distinta a la nuestra.
"No es posible para ellos [los seres humanos] el alcanzar en esta vida la perfecta igualdad con la naturaleza humana de Cristo, debido a que poseen –hasta la segunda venida- facultades, poderes y capacidades que son el resultado de la caída del hombre en el pecado" (Ministry, Junio del 2003, pág. 7-16).
"La Palabra de Dios no permite enseñar a partir de los usos bíblicos de esa palabra (perfec-ción), que sea posible para el hombre inherentemente pecaminoso alcanzar la perfección última caracterizada por la ausencia de pecado aquí en la tierra, y la propia naturaleza del hombre niega esa posibilidad". El cuarto punto consiste en la afirmación de que nunca po-dremos estar libres de pecado mientras poseamos una naturaleza caída.
"La salvación por la gracia y los méritos de la expiación de Cristo siguen estando disponibles para los santos una vez que se haya terminado el tiempo de prueba". La gracia salvadora está "disponible en todo tiempo en la vida cristiana hasta el día de la venida de nuestro Señor... Los pecadores son las únicas personas a quines va dirigida la gracia salvadora... No hay evidencia alguna en la Escritura o el Espíritu de Profecía que indique el más mínimo cambio en la salvación por la gracia ministrada diariamente a los santos". Necesitamos comprender "la doctrina bíblica de la salvación por la gracia más allá del final del tiempo de gracia... Si están bajo la gracia es porque no están aún libres de pecado" (Ministry, Junio del 2003, pág. 18-22). Si seremos siempre pecadores y nunca estaremos libres de pecado, entonces se deduce que seguiremos necesitando la gracia salvadora o perdonadora hasta que regrese Jesús.
"Obsérvense los resultados del pecado de Adán en lo que a nosotros concierne: fuimos hechos pecadores... nacemos en un estado de culpabilidad inherente a partir de Adán... Heredamos la culpabilidad a partir de Adán, de forma que hasta incluso un bebé que muera un día después de haber nacido necesita un Salvador, aunque el niño no haya cometido por él mismo un solo pecado" (Ministry, Junio del 2003, pág. 27).
Quienes creen que Cristo no tomó nuestra naturaleza caída sostienen esos cuatro puntos como centrales en su posición. Son precisamente los puntos que están en liza en toda discusión sobre la naturaleza humana de Cristo, y esa es la razón por la que no es probable que el tema de la naturaleza de Cristo quede pronto resuelto.
Un poco de historia reciente.-
A principios de la década de los años 80 hubo largos debates en la literatura de nuestra igle-sia sobre esos precisos temas. Norman Gulley escribió acerca de las posturas antes y des-pués de la caída en estos términos: "Tanto la Escritura como los escritos de E. White presen-tan ambas posiciones... Jesús vino de las manos del Creador Espíritu Santo –‘lo santo que nacerá’- como resultado de la obra creadora de Dios, tanto como lo fue el primer Adán". Eso significa que la naturaleza humana de Cristo era creada, y no heredada. "Fue como la del primer Adán, o como será la de los redimidos cuando hayan sido transformados en la segunda venida... tomó la naturaleza debilitada, deteriorada, afectada por el pecado, pero sin tomar sus propensiones o mancha de pecado que predisponen a la inclinación a pecar... tuvo una naturaleza anterior a la caída y una posterior a ella combinadas de una forma singular... El pecado no es tanto transgresión de la ley como la rotura de una relación que conduce a la transgresión de la ley. ¿Tuvo Cristo una relación rota con Dios o con el hombre en su venida a la historia? (Adventist Review, 30 de Junio de 1983, pág. 4-8).
"La Biblia se opone a un nacimiento sin pecado para todo ser humano. Afirma que ‘todos fueron constituidos pecadores’ por la transgresión de Adán... Únicamente los dos Adanes entraron sin pecado al planeta tierra. Todos los demás nacen pecadores... La totalidad de la raza humana nace en este terreno caracterizado por el distanciamiento con respecto a Dios" (Ministry, Agosto de 1985, pág. 11).
Esas posiciones expresadas tan enérgicamente sobre la naturaleza de Cristo, de forma re-ciente y hace dos décadas, no pasaron desapercibidas para los lectores de nuestra literatura adventista. Reproduzco a continuación algunos extractos de cartas al director en respuesta a esos temas.
"El autor describe a Jesús como pudiendo haber sostenido este diálogo con Satanás: ‘Estoy aquí como el primer Adán antes de que lo tentaras. Tampoco yo he pecado nunca. Y tengo una naturaleza impecable como la del primer Adán al ser creado’... Cristo nació como des-cendiente de Abraham. ¿Qué naturaleza tenían Abraham, Isaac y Jacob? Una naturaleza pecaminosa, caída. Jesús tomó la naturaleza del hombre tal como era ésta tras la caída... la única naturaleza que tenemos es una naturaleza pecaminosa. Era la única naturaleza que había disponible para Jesús cuando se revistió de la humanidad... No es la naturaleza peca-minosa la que nos condena, sino el pecado. Todos nacemos con naturaleza pecaminosa, pero no somos pecadores por nacimiento".
"He quedado chasqueado y perplejo por la confusión expresada en ese y otros artículos que han ido apareciendo durante los últimos 50 años. Siendo que Dios nos ha estado conduciendo a una plataforma de verdad eterna, ¿cómo es posible que abandonemos aquello que el Señor nos dio durante los primeros 100 años? ¿Cómo es posible que prestemos soporte, como iglesia, a enseñanzas que provienen de aquellos que no han sido bendecidos por la luz que procede del trono de Dios? Nuestra meta, desde la publicación de los libros Questions on Doctrine y Movement of Destiny, parece ser apaciguar las inquietudes de los que quieren seguir las enseñanzas del papado. En la Asamblea de la Asociación General de 1901, el Dr. Waggoner dijo: ‘¿No os dais cuenta de que la idea de que la carne de Jesús fue distinta a la nuestra (puesto que sabemos que la nuestra es pecaminosa) implica necesariamente la idea de la inmaculada concepción de la virgen María?’ George Knight dice: ‘La naturaleza de Cristo no ocasionó controversia en el Adventismo en la década de 1890. Era un concepto teológico aceptado de forma general, y no era de ninguna forma objeto de debate...’ ¿Por qué lo fue en los años 50? Porque procuramos el estatus de no ser considerados una ‘secta’, a expensas de comprometer la verdad" (Ministry, Junio del 2004, pág. 3).
"Si el pecado es un estado inherente a nuestra naturaleza... Cristo no pudo nacer con nues-tra naturaleza –ya que de haberlo hecho, habría sido un pecador-, y si no nació con nuestra naturaleza tampoco pudo ser nuestro ejemplo, excepto de forma utópica (a menos que nos proporcionara también a nosotros naturaleza no caída). En consecuencia, no podemos ven-cer como lo hizo él, y hemos de continuar pecando, de forma que el ministerio de Jesús en el santuario celestial es primariamente administrar la justificación".
"La teología adventista no presenta dos alternativas posibles sobre la naturaleza humana de Jesús nuestro Señor... Es como si nuestro pueblo decidiera que creer en la observancia del domingo, o bien del sábado, está igualmente justificado a los ojos de Dios. Evidentemente, ha habido un cambio en nuestra posición histórica".
"¿Nacen los bebés con la sentencia de la segunda muerte pendiendo sobre ellos? ¿Atribuye Dios culpabilidad al recién nacido, haciéndolo merecedor de la segunda muerte incluso antes de que tenga la oportunidad de cometer pecados personales?... Nadie será arrojado al lago de fuego debido al pecado de Adán, sino debido a sus pecados personales... [en su artículo] no sólo confunde el pecado con los efectos del pecado, sino que llega a hacer la naturaleza pecaminosa equivalente al propio pecado... Puesto que se identifica la naturaleza caída con la culpabilidad y el pecado, todo recién nacido está necesitado de redención antes de ser capaz de pensar, hablar o actuar. Eso significa que Jesús sería culpable por el simple hecho de nacer, a menos que su naturaleza fuese diferente a la de los demás... ¿Cómo estableció [en su artículo] esa ‘relación rota’ hereditaria para los recién nacidos? Regresando a la visita de Eva al árbol y especulando que pecó en su mente al dudar de Dios, incluso antes de tomar el fruto. De esa forma la relación quedó rota antes de la comisión del acto de pecado. En eso basa su aseveración de que todo bebé nace con una relación rota y en una condición perdida, sin haber cometido ningún acto de pecado. No queda más remedio que creer que Eva se habría condenado, sea que comiera del fruto o que no lo hiciera..."
"Hay una gran diferencia entre ‘separación de Dios’ y ‘el resultado de la separación de Dios’. Los hijos de Adán no heredan la ‘separación de Dios’... Heredan solamente el ‘resultado’ de la separación de Adán con Dios, que implicó una naturaleza debilitada, caída, y la inevitable primera muerte... De igual forma en que [en su artículo] confunde pecado con naturaleza pecaminosa, los resultados del pecado con el pecado mismo, y la separación de Dios con la naturaleza caída, el autor confunde las propensiones malvadas con las propensiones naturales... No sé de nadie que crea que Jesús pecó o nació pecador. Tampoco conozco a nadie que crea que Jesús tuvo ‘propensiones pecaminosas’. Pero sé de muchos que creen que tuvo ‘propensiones naturales’ como cualquiera de nosotros, consecuencia de haber nacido con una naturaleza caída, lo mismo que nosotros. Las propensiones malvadas son aquellas inclinaciones hacia el pecado que se han cultivado y fortalecido mediante la indulgencia en el pecado. Las propensiones naturales son las inclinaciones heredadas. Las primeras implican culpabilidad, pero no las otras. No hay pecado a menos que uno ceda a la propensión".
"La cuestión de la naturaleza de Cristo no es un debate acerca de ciertas minucias teológi-cas... O bien la limpieza del santuario que comenzó en 1844 ha de purificar y perfeccionar un pueblo que permanezca sin pecado, o nuestra denominación es el resultado de la ineptitud de un grupo de fanáticos desorientados para admitir que su comprensión profética de Daniel estaba equivocada. La cuestión principal tiene que ver con la victoria sobre el pecado. Si Jesús no pudo entrar en el conflicto y vencer en nuestra carne, tampoco nosotros podemos".
El autor del artículo "pretende que la Biblia da dos definiciones del pecado: conducta y rela-ción. Contrariamente a su aserto, en la Biblia sólo existe una definición. Está en 1 Juan 3:4... Además, el que una relación rota con Dios venga antes que el acto pecaminoso de la elección es algo que está por demostrar. Isaías 59:2 establece de forma inequívoca que el pecado separa al hombre de Dios [y no a la inversa]. Toda pretensión de lo contrario nos sitúa fuera del terreno de la exégesis bíblica, para llevarnos al cenagal de la filosofía interpretativa" (Ministry, Diciembre de 1985, pág. 26-27).
Es de todo punto evidente que las reacciones ante la postura anterior a la caída de la naturaleza humana de Cristo fueron muy enérgicas, tanto en época reciente como hace dos décadas. Esa cuestión no va a desaparecer o a desvanecerse, dado lo vitales que son para la misión de la Iglesia Adventista las conclusiones que de ella derivan. Pondré fin a esta sección relativa a nuestra historia reciente con algunas reflexiones de Herbert Douglass, un participante prominente en los debates en la década de los años 80.
"La posición de que Jesús asumió la naturaleza de Adán antes de la caída es de reciente aparición en nuestra iglesia. Dicha posición emergió en la década de 1950 en relación con una serie de eventos tendentes a re-formular los conceptos básicos adventistas. Las conse-cuencias de esos cambios han tenido mucho que ver con la situación traumática y las divi-siones teológicas que la iglesia ha experimentado... El estudio de la humanidad de nuestro Señor no es meramente una cuestión de matices académicos... El porqué Jesús se hizo hombre... sólo puede ser comprendido a la luz del gran conflicto: una perspectiva grande-mente ignorada, tanto por el protestantismo ‘ortodoxo’, como por el catolicismo... Había va-rias cuestiones, pero ninguna tan importante como la acusación de Satanás de que los hijos e hijas de Adán no podían obedecer las leyes de Dios, que dichas leyes estaban apartadas de la realidad y no eran para el bien de los seres creados. Esos asuntos capitales determinaron el tipo de humanidad que nuestro Señor asumiría a fin de satisfacer la justicia y silenciar a Satanás" (Ministry, Agosto de 1985, pág. 10-11).
Antiguos temas recurrentes.-
"Si bien las discusiones, tensiones y divisiones que suscita fatigan sobremanera al alma adventista, es cierto que hay aspectos de ese diálogo que son fascinantes y llenos de significado [el motivo es la estrecha relación que guarda con los grandes temas del conflicto de los siglos y el plan de la salvación]. La publicación de dos artículos en esta revista ha suscitado cuestiones y las va a suscitar inevitablemente entre algunos de nuestros lectores.
En primer lugar está el estudio doctrinal de Roy Naden: ‘The Nature of Christ: Four Measures of a Mystery' [La naturaleza de Cristo: cuatro dimensiones de un misterio]. A continuación el importante artículo de Woodrow Whidden sobre el tema, informando y comentando la nueva publicación del libro Questions on Doctrine.
En razón de esos dos artículos, nos pareció que sería esclarecedor e interesante incluir un artículo explicativo... que Ministry publicó por primera vez hace 33 años en su número de Octubre de 1970.
Aunque desde 1970 han pasado diluvios de agua bajo el puente teológico de nuestra Iglesia, en Ministry seguimos sintiéndonos básicamente de acuerdo con las posiciones defendidas en los temas tratados por los tres ensayistas en dicho artículo...
Está claro que Jesús nació y vino a esta tierra en circunstancias absolutamente singulares, diferentes de las nuestras, y por lo tanto, recibió una naturaleza única en su clase... Su naturaleza es y fue completamente impecable" (Ministry, Agosto del 2003, pág. 4. [Comentarios entre corchetes insertado por el autor del presente artículo]).
Por toda evidencia, los redactores consideraron que el asunto de la naturaleza humana de Cristo tenía la importancia suficiente como para dedicarle diversos artículos, con el expreso propósito de demostrar que la naturaleza de Cristo era sustancialmente distinta a la nuestra.
Tres asuntos básicos.-
La siguientes declaraciones están tomadas del artículo de Roy Naden (Ministry, Junio del 2003, pág. 8-11).
"A diferencia de nosotros en nuestro estado pecaminoso, Jesús no tuvo la más mínima inclinación o deseo hacia el pecado". El primer punto consiste en que Cristo no tuvo la más mínima inclinación al egoísmo, orgullo, impaciencia, duda, desánimo, o a evitar las pruebas.
"Había aceptado nuestra humanidad con las limitaciones físicas que habían impuesto miles de años de desintegración pecaminosa, pero tomó la naturaleza humana sin heredar de ninguna forma la pecaminosidad del ser humano. ¡Misterio!" El segundo punto consiste en que Cristo tuvo una herencia humana parcial, dado que no heredó inclinaciones pecaminosas. "Heredó nuestra naturaleza humana, pero no la pecaminosidad de esta herencia humana extremadamente pecaminosa. ¡Misterio!"
Eric Webster dio soporte a ese punto de vista en una carta al director (Ministry, Octubre 2004, pág. 30).
"En referencia al nacimiento de Set, E. White escribe: ‘Set... no heredó de la naturaleza de Adán más bondad natural que Caín. Nació en pecado’ (Signs of the Times, 20 de Febrero de 1879)... Si Cristo hubiera poseído una naturaleza pecaminosa tal como Set, habría necesita-do un Salvador". El tercer punto consiste en la asunción de que la naturaleza pecaminosa es pecado, y está en necesidad de la gracia perdonadora.
"¿Fue Cristo como Adán antes de la caída, o como Adán después de ella? Yo diría que am-bas cosas. Fue como Adán antes de la caída en su impecabilidad, pureza y santidad de mente y carácter. Fue como Adán después de la caída en las fragilidades, flaquezas y debilidades de la carne. Tal como dice Naden: ‘Jesús fue afectado, pero no infectado por el pecado’". Se insiste una vez más en que Jesús aceptó una herencia parcial de la raza humana.
Las siguientes declaraciones han sido extraídas de un "Supplement to The Ministry" (Octubre de 1970, vuelto a publicar en Agosto del 2003).
"La posteridad de Adán ha llegado siempre a este mundo heredando una naturaleza caída, pecaminosa, propensiones al mal, y aparte del Salvador, condenación a la muerte eterna" (p. 7). Tiene cierto interés que en nuestra declaración oficial de creencia nº 7 no se haga mención alguna a una condenación automática. "Sus descendientes comparten esta naturaleza caída y sus consecuencias. Nacen con debilidades y tendencias al mal" (Ministry, Junio del 2003, pág. 8).
En el suplemento de Ministry leemos que "Cristo no heredó en su nacimiento la naturaleza caída que hereda la posteridad de Adán... Si Cristo hubiera heredado la naturaleza malvada que deriva de la caída de Adán, también él habría nacido en pecado, bajo condenación, y por lo tanto en necesidad de un Salvador para él mismo... No tenía en su naturaleza aquello que lo predispondría a pecar. No poseía las pasiones ni los deseos interiores que nosotros estamos obligados a subyugar diariamente por la gracia de Dios".
Los que forman el pueblo de Dios están limitados por "su incapacidad para igualar de forma positiva la infinita perfección de Cristo, debido a que su naturaleza, facultades, poderes mental y moral o capacidades son todavía imperfectas y permanecen así hasta la segunda venida de Jesús... Por tanto tiempo como retengamos esas imperfectas facultades, por tanto tiempo como nuestros poderes sean inferiores y nuestras naturalezas humanas de base muestren resultados tan evidentes de la caída, no podemos pretender estar libres de pecado.
[Jesús] no heredó el tipo de naturaleza que nosotros heredamos al nacer. De haber sido así, habría sido el tipo de naturaleza que... ha de ser la posesión del pueblo de Dios en ocasión de la segunda venida". Es evidente la insistencia en que Cristo no heredó una naturaleza humana normal, sino que recibió una naturaleza especial, creada específicamente para él y distinta a la nuestra.
"No es posible para ellos [los seres humanos] el alcanzar en esta vida la perfecta igualdad con la naturaleza humana de Cristo, debido a que poseen –hasta la segunda venida- facultades, poderes y capacidades que son el resultado de la caída del hombre en el pecado" (Ministry, Junio del 2003, pág. 7-16).
"La Palabra de Dios no permite enseñar a partir de los usos bíblicos de esa palabra (perfec-ción), que sea posible para el hombre inherentemente pecaminoso alcanzar la perfección última caracterizada por la ausencia de pecado aquí en la tierra, y la propia naturaleza del hombre niega esa posibilidad". El cuarto punto consiste en la afirmación de que nunca po-dremos estar libres de pecado mientras poseamos una naturaleza caída.
"La salvación por la gracia y los méritos de la expiación de Cristo siguen estando disponibles para los santos una vez que se haya terminado el tiempo de prueba". La gracia salvadora está "disponible en todo tiempo en la vida cristiana hasta el día de la venida de nuestro Señor... Los pecadores son las únicas personas a quines va dirigida la gracia salvadora... No hay evidencia alguna en la Escritura o el Espíritu de Profecía que indique el más mínimo cambio en la salvación por la gracia ministrada diariamente a los santos". Necesitamos comprender "la doctrina bíblica de la salvación por la gracia más allá del final del tiempo de gracia... Si están bajo la gracia es porque no están aún libres de pecado" (Ministry, Junio del 2003, pág. 18-22). Si seremos siempre pecadores y nunca estaremos libres de pecado, entonces se deduce que seguiremos necesitando la gracia salvadora o perdonadora hasta que regrese Jesús.
"Obsérvense los resultados del pecado de Adán en lo que a nosotros concierne: fuimos hechos pecadores... nacemos en un estado de culpabilidad inherente a partir de Adán... Heredamos la culpabilidad a partir de Adán, de forma que hasta incluso un bebé que muera un día después de haber nacido necesita un Salvador, aunque el niño no haya cometido por él mismo un solo pecado" (Ministry, Junio del 2003, pág. 27).
Quienes creen que Cristo no tomó nuestra naturaleza caída sostienen esos cuatro puntos como centrales en su posición. Son precisamente los puntos que están en liza en toda discusión sobre la naturaleza humana de Cristo, y esa es la razón por la que no es probable que el tema de la naturaleza de Cristo quede pronto resuelto.
Un poco de historia reciente.-
A principios de la década de los años 80 hubo largos debates en la literatura de nuestra igle-sia sobre esos precisos temas. Norman Gulley escribió acerca de las posturas antes y des-pués de la caída en estos términos: "Tanto la Escritura como los escritos de E. White presen-tan ambas posiciones... Jesús vino de las manos del Creador Espíritu Santo –‘lo santo que nacerá’- como resultado de la obra creadora de Dios, tanto como lo fue el primer Adán". Eso significa que la naturaleza humana de Cristo era creada, y no heredada. "Fue como la del primer Adán, o como será la de los redimidos cuando hayan sido transformados en la segunda venida... tomó la naturaleza debilitada, deteriorada, afectada por el pecado, pero sin tomar sus propensiones o mancha de pecado que predisponen a la inclinación a pecar... tuvo una naturaleza anterior a la caída y una posterior a ella combinadas de una forma singular... El pecado no es tanto transgresión de la ley como la rotura de una relación que conduce a la transgresión de la ley. ¿Tuvo Cristo una relación rota con Dios o con el hombre en su venida a la historia? (Adventist Review, 30 de Junio de 1983, pág. 4-8).
"La Biblia se opone a un nacimiento sin pecado para todo ser humano. Afirma que ‘todos fueron constituidos pecadores’ por la transgresión de Adán... Únicamente los dos Adanes entraron sin pecado al planeta tierra. Todos los demás nacen pecadores... La totalidad de la raza humana nace en este terreno caracterizado por el distanciamiento con respecto a Dios" (Ministry, Agosto de 1985, pág. 11).
Esas posiciones expresadas tan enérgicamente sobre la naturaleza de Cristo, de forma re-ciente y hace dos décadas, no pasaron desapercibidas para los lectores de nuestra literatura adventista. Reproduzco a continuación algunos extractos de cartas al director en respuesta a esos temas.
"El autor describe a Jesús como pudiendo haber sostenido este diálogo con Satanás: ‘Estoy aquí como el primer Adán antes de que lo tentaras. Tampoco yo he pecado nunca. Y tengo una naturaleza impecable como la del primer Adán al ser creado’... Cristo nació como des-cendiente de Abraham. ¿Qué naturaleza tenían Abraham, Isaac y Jacob? Una naturaleza pecaminosa, caída. Jesús tomó la naturaleza del hombre tal como era ésta tras la caída... la única naturaleza que tenemos es una naturaleza pecaminosa. Era la única naturaleza que había disponible para Jesús cuando se revistió de la humanidad... No es la naturaleza peca-minosa la que nos condena, sino el pecado. Todos nacemos con naturaleza pecaminosa, pero no somos pecadores por nacimiento".
"He quedado chasqueado y perplejo por la confusión expresada en ese y otros artículos que han ido apareciendo durante los últimos 50 años. Siendo que Dios nos ha estado conduciendo a una plataforma de verdad eterna, ¿cómo es posible que abandonemos aquello que el Señor nos dio durante los primeros 100 años? ¿Cómo es posible que prestemos soporte, como iglesia, a enseñanzas que provienen de aquellos que no han sido bendecidos por la luz que procede del trono de Dios? Nuestra meta, desde la publicación de los libros Questions on Doctrine y Movement of Destiny, parece ser apaciguar las inquietudes de los que quieren seguir las enseñanzas del papado. En la Asamblea de la Asociación General de 1901, el Dr. Waggoner dijo: ‘¿No os dais cuenta de que la idea de que la carne de Jesús fue distinta a la nuestra (puesto que sabemos que la nuestra es pecaminosa) implica necesariamente la idea de la inmaculada concepción de la virgen María?’ George Knight dice: ‘La naturaleza de Cristo no ocasionó controversia en el Adventismo en la década de 1890. Era un concepto teológico aceptado de forma general, y no era de ninguna forma objeto de debate...’ ¿Por qué lo fue en los años 50? Porque procuramos el estatus de no ser considerados una ‘secta’, a expensas de comprometer la verdad" (Ministry, Junio del 2004, pág. 3).
"Si el pecado es un estado inherente a nuestra naturaleza... Cristo no pudo nacer con nues-tra naturaleza –ya que de haberlo hecho, habría sido un pecador-, y si no nació con nuestra naturaleza tampoco pudo ser nuestro ejemplo, excepto de forma utópica (a menos que nos proporcionara también a nosotros naturaleza no caída). En consecuencia, no podemos ven-cer como lo hizo él, y hemos de continuar pecando, de forma que el ministerio de Jesús en el santuario celestial es primariamente administrar la justificación".
"La teología adventista no presenta dos alternativas posibles sobre la naturaleza humana de Jesús nuestro Señor... Es como si nuestro pueblo decidiera que creer en la observancia del domingo, o bien del sábado, está igualmente justificado a los ojos de Dios. Evidentemente, ha habido un cambio en nuestra posición histórica".
"¿Nacen los bebés con la sentencia de la segunda muerte pendiendo sobre ellos? ¿Atribuye Dios culpabilidad al recién nacido, haciéndolo merecedor de la segunda muerte incluso antes de que tenga la oportunidad de cometer pecados personales?... Nadie será arrojado al lago de fuego debido al pecado de Adán, sino debido a sus pecados personales... [en su artículo] no sólo confunde el pecado con los efectos del pecado, sino que llega a hacer la naturaleza pecaminosa equivalente al propio pecado... Puesto que se identifica la naturaleza caída con la culpabilidad y el pecado, todo recién nacido está necesitado de redención antes de ser capaz de pensar, hablar o actuar. Eso significa que Jesús sería culpable por el simple hecho de nacer, a menos que su naturaleza fuese diferente a la de los demás... ¿Cómo estableció [en su artículo] esa ‘relación rota’ hereditaria para los recién nacidos? Regresando a la visita de Eva al árbol y especulando que pecó en su mente al dudar de Dios, incluso antes de tomar el fruto. De esa forma la relación quedó rota antes de la comisión del acto de pecado. En eso basa su aseveración de que todo bebé nace con una relación rota y en una condición perdida, sin haber cometido ningún acto de pecado. No queda más remedio que creer que Eva se habría condenado, sea que comiera del fruto o que no lo hiciera..."
"Hay una gran diferencia entre ‘separación de Dios’ y ‘el resultado de la separación de Dios’. Los hijos de Adán no heredan la ‘separación de Dios’... Heredan solamente el ‘resultado’ de la separación de Adán con Dios, que implicó una naturaleza debilitada, caída, y la inevitable primera muerte... De igual forma en que [en su artículo] confunde pecado con naturaleza pecaminosa, los resultados del pecado con el pecado mismo, y la separación de Dios con la naturaleza caída, el autor confunde las propensiones malvadas con las propensiones naturales... No sé de nadie que crea que Jesús pecó o nació pecador. Tampoco conozco a nadie que crea que Jesús tuvo ‘propensiones pecaminosas’. Pero sé de muchos que creen que tuvo ‘propensiones naturales’ como cualquiera de nosotros, consecuencia de haber nacido con una naturaleza caída, lo mismo que nosotros. Las propensiones malvadas son aquellas inclinaciones hacia el pecado que se han cultivado y fortalecido mediante la indulgencia en el pecado. Las propensiones naturales son las inclinaciones heredadas. Las primeras implican culpabilidad, pero no las otras. No hay pecado a menos que uno ceda a la propensión".
"La cuestión de la naturaleza de Cristo no es un debate acerca de ciertas minucias teológi-cas... O bien la limpieza del santuario que comenzó en 1844 ha de purificar y perfeccionar un pueblo que permanezca sin pecado, o nuestra denominación es el resultado de la ineptitud de un grupo de fanáticos desorientados para admitir que su comprensión profética de Daniel estaba equivocada. La cuestión principal tiene que ver con la victoria sobre el pecado. Si Jesús no pudo entrar en el conflicto y vencer en nuestra carne, tampoco nosotros podemos".
El autor del artículo "pretende que la Biblia da dos definiciones del pecado: conducta y rela-ción. Contrariamente a su aserto, en la Biblia sólo existe una definición. Está en 1 Juan 3:4... Además, el que una relación rota con Dios venga antes que el acto pecaminoso de la elección es algo que está por demostrar. Isaías 59:2 establece de forma inequívoca que el pecado separa al hombre de Dios [y no a la inversa]. Toda pretensión de lo contrario nos sitúa fuera del terreno de la exégesis bíblica, para llevarnos al cenagal de la filosofía interpretativa" (Ministry, Diciembre de 1985, pág. 26-27).
Es de todo punto evidente que las reacciones ante la postura anterior a la caída de la naturaleza humana de Cristo fueron muy enérgicas, tanto en época reciente como hace dos décadas. Esa cuestión no va a desaparecer o a desvanecerse, dado lo vitales que son para la misión de la Iglesia Adventista las conclusiones que de ella derivan. Pondré fin a esta sección relativa a nuestra historia reciente con algunas reflexiones de Herbert Douglass, un participante prominente en los debates en la década de los años 80.
"La posición de que Jesús asumió la naturaleza de Adán antes de la caída es de reciente aparición en nuestra iglesia. Dicha posición emergió en la década de 1950 en relación con una serie de eventos tendentes a re-formular los conceptos básicos adventistas. Las conse-cuencias de esos cambios han tenido mucho que ver con la situación traumática y las divi-siones teológicas que la iglesia ha experimentado... El estudio de la humanidad de nuestro Señor no es meramente una cuestión de matices académicos... El porqué Jesús se hizo hombre... sólo puede ser comprendido a la luz del gran conflicto: una perspectiva grande-mente ignorada, tanto por el protestantismo ‘ortodoxo’, como por el catolicismo... Había va-rias cuestiones, pero ninguna tan importante como la acusación de Satanás de que los hijos e hijas de Adán no podían obedecer las leyes de Dios, que dichas leyes estaban apartadas de la realidad y no eran para el bien de los seres creados. Esos asuntos capitales determinaron el tipo de humanidad que nuestro Señor asumiría a fin de satisfacer la justicia y silenciar a Satanás" (Ministry, Agosto de 1985, pág. 10-11).
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