Erwin Eulner- Nadie Sabe ni el Dia ni la Hora
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Erwin Eulner- Nadie Sabe ni el Dia ni la Hora
Ni el Día ni la Hora
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”. Mat. 24:36.
"Pero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”. Mar. 13:32.
“Desde el cielo se oye la voz de Dios que proclama el día y la hora de la venida de Jesús, y promulga a su pueblo el pacto eterno. Sus palabras resuenan por la tierra como el estruendo de poderosos truenos.
Pronunciaba una frase y se detenía mientras las palabras de la frase retumbaban por toda la tierra. El Israel de Dios permanecía con la mirada fija en lo alto, escuchando las pa-labras según iban saliendo de labios de Jehová y resonaban por toda la tierra con el estruendo de retumbantes truenos. Era un espectáculo pavorosamente solemne. Al final de cada frase los santos exclamaban: "¡Gloria! ¡Aleluya!"
Los 144.000 santos vivientes reconocieron y entendieron la voz, pero los malvados se figuraron que era el fragor de los truenos y el terremoto.
El Israel de Dios escucha con los ojos elevados al cielo. Sus semblantes se iluminan con la gloria divina y brillan cual brillara el rostro de Moisés cuando bajó del Sinaí. Los malos no los pueden mirar. Y cuando la bendición es pronunciada sobre los que honraron a Dios santificando su sábado, se oye un inmenso grito de victoria. Entonces comenzó el jubileo, durante el cual la tierra debía descansar.
[A los santos] los iluminaba una luz refulgente. ¡Cuán hermosos parecían entonces! Se había desvanecido toda huella de inquietud y fatiga, y cada rostro rebosaba salud y belleza. Sus enemigos, los paganos que los rodeaban, cayeron como muertos porque no les era posible resistir la luz que iluminaba a los santos redimidos. Esta luz y gloria permanecieron sobre ellos hasta que se vio a Jesús en las nubes del cielo.
Y vi una nube resplandeciente que llegaba hasta donde estaba Jesús. Entonces Jesús... se ubicó en la nube que lo llevó hacia el Este, desde donde apareció primeramente a los santos que estaban sobre la tierra. La pequeña nube negra que era la señal del Hijo del hombre. Mientras la nube pasaba del lugar santísimo hacia el Este, lo que requirió cierto número de días, la sinagoga de Satanás adoró a los pies de los santos. DNC:366.
“No debe interpretarse una declaración del Salvador en forma que venga a anular otra. Aunque nadie sepa el día ni la hora de su venida, se nos exhorta y se requiere de nosotros que sepamos cuando está cerca”. CS:420.
Debe cuidarse de no establecer fechas.-
“Los tiempos y los sazones son del dominio exclusivo de Dios. ¿Y por qué no nos ha dado Dios este conocimiento? Porque no haríamos un uso correcto de él si nos lo diera. De este conocimiento resultaría un estado de cosas tal entre nuestros hermanos que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar un pueblo que permanezca en pie en el gran día que ha de venir. No hemos de embarcarnos en especulaciones con respecto a los tiempos y las sazones que Dios ha revelado. Jesús dijo a sus discípulos que velaran, pero no respecto a un tiempo definido. Sus seguidores han de estar en la posición de aquellos que escuchan las ordenes de su Capitán; han de vigilar, esperar, orar y trabajar, mientras se acerca el tiempo para la venida del Señor; pero nadie podrá predecir justamente cuándo vendrá ese tiempo; pues "el día y hora nadie sabe". No podéis decir que él vendrá de aquí a un año, o dos, o cinco años, ni tampoco debéis postergar su venida declarando que no ocurrirá antes de diez o de veinte años... No hemos de saber el tiempo definido, ni del derramamiento del Espíritu Santo ni de la venida de Cristo (Review and Herald, 22 de Marzo, 1892)”. Ev:164-165.
Se desconoce el tiempo del regreso de Cristo.-
“Muchos de los que tomaron el nombre de adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido ca-da vez el fracaso. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser here-deros de la salvación no conocen ni el día ni la hora. "Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo". (Mat. 24:36). 1JT:506 (1879).
No hemos de saber el tiempo definido ni para el derramamiento del Espíritu Santo ni para la venida de Cristo... ¿Por qué Dios no nos ha dado este conocimiento? Porque si lo hiciera, no haríamos un uso correcto de mismo. Como resultado de este conocimiento, existiría entre nuestro pueblo un estado de cosas que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar a un pueblo para estar en pie en el gran día que vendrá. No debemos vivir en base a una agitación relacionada con el tiempo..
Usted no podrá decir que él [Jesús] vendrá dentro de uno, dos o cinco años, ni tampoco tiene que postergar su venida diciendo que tal vez no ocurra por diez o veinte años. RH, 22 de Marzo de 1892.
Nos estamos acercando al gran día de Dios. Las señales se están cumpliendo. Y sin embargo, no tenemos un mensaje que nos diga el día y la hora de la aparición de Cristo. El Señor nos ha encubierto sabiamente este asunto para que siempre podamos estar en un estado de expectación y preparación para la segunda aparición de nuestro Señor Jesucristo en las nubes del cielo. Carta 28,1897.
El tiempo exacto de la segunda venida del Hijo del hombre es un misterio de Dios. DTG:586, (1898)”. EUD:33-34.
Nuestro mensaje no consiste en fijar una fecha.-
“No pertenecemos a ese grupo que define el tiempo exacto que transcurrirá antes de la segunda venida de Jesús con poder y gran gloria. Algunos han fijado una fecha, y cuando ésta ha pasado, su espíritu presuntuoso no ha aceptado la reprensión, sino que han fijado otra y otra fecha. Pero muchos fracasos sucesivos los han acuñado como falsos profetas. FE:335 (1895).
Dios no le da a ningún hombre un mensaje de que pasarán cinco o diez o veinte años antes de que concluya la historia de esta tierra. Él no quiere darle a ningún ser viviente una excusa para demorar la preparación para su venida. Él espera que nadie diga, como lo hizo el siervo infiel: "Mi señor tarda en venir", porque esto conduce a un descuido temerario de las oportunidades y privilegios para prepararnos para ese gran día”. RH, 27 de Noviembre de 1900.
La fijación de fechas conduce a la incredulidad.-
“Por haber pasado repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra en un estado de incredulidad más decidida que antes con respecto al próximo advenimiento de Cristo. El mundo considera con disgusto el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres que se dejaron seducir de este modo, muchos se apartan de la verdad pre-sentada por la Palabra de Dios según la cual el fin de todas las cosas está cercano. 1JT:506 (1879).
Entiendo que el Hno. [A. G.] Daniells ha fijado fecha, por decirlo así, declarando que el Señor vendrá dentro de cinco años. Ahora bien, espero que no se extenderá por todas partes la impresión de que somos de aquellos que fijan fechas. Que no se hagan tales comentarios. No hacen ningún bien. Que no se trate de conseguir un reavivamiento en base a ninguno de esos argumentos, sino que se use de la debida cautela en toda palabra que se expresa, para que los fanáticos no se apoderen de nada que les permita crear una excitación que entristezca al Espíritu Santo.
No queremos agitar las pasiones de la gente para desatar una conmoción en la que se excitan los sentimientos y los principios pierden el control. Siento que necesitamos estar en guardia por todos lados, porque Satanás está activo para hacer todo lo posible a fin de insi-nuar sus estratagemas y ardides que serán un poder para hacer daño. Debe temerse cual-quier cosa que suscite una conmoción, que cree una excitación sobre una base equivocada, porque la reacción seguramente vendrá. Carta 34, 1887.
Siempre habrá en la iglesia movimientos espurios y fanáticos realizados por personas que pretenden ser guiadas por Dios, por aquellos que correrán antes de ser enviados, y que establecerán fechas para el cumplimiento de profecías que aún no se han realizado. El enemigo se regocija con este proceder, porque sus repetidos fracasos y su desviación de la atención hacia puntos falsos provoca confusión e incredulidad”. 2MS:96 (1897).
No hay una profecía de tiempo que vaya más allá de 1844.-
“Declaré definidamente a estas personas fanáticas, en las reuniones espirituales cele-bradas en Jackson, que estaban haciendo la obra del adversario de las almas; que se halla-ban en tinieblas. Pretendían poseer una gran luz según la cual el tiempo de gracia terminaría en octubre de 1844. Entonces declaré en público que al Señor le había placido mostrarme que no habría una fecha definida para el mensaje dado por Dios desde 1844. 2MS:83 (1885).
Nuestra posición ha sido de esperar y velar, sin que se proclame un tiempo [o fecha] que tenga lugar entre el fin de los períodos proféticos en 1844 y el momento de la venida de nuestro Señor. 10ML:270 (1888).
La gente no tendrá otro mensaje acerca de un tiempo definido. Después de este lapso [Apoc. 10:4-6], que ahora abarca desde 1842 a 1844, no puede haber ningún cómputo defi-nido de tiempo profético. El cálculo más prolongado llega hasta el otoño de 1844. 7CBA:982 (1900)”. EUD:34-36
“Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre”. Mat. 24:36.
"Pero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”. Mar. 13:32.
“Desde el cielo se oye la voz de Dios que proclama el día y la hora de la venida de Jesús, y promulga a su pueblo el pacto eterno. Sus palabras resuenan por la tierra como el estruendo de poderosos truenos.
Pronunciaba una frase y se detenía mientras las palabras de la frase retumbaban por toda la tierra. El Israel de Dios permanecía con la mirada fija en lo alto, escuchando las pa-labras según iban saliendo de labios de Jehová y resonaban por toda la tierra con el estruendo de retumbantes truenos. Era un espectáculo pavorosamente solemne. Al final de cada frase los santos exclamaban: "¡Gloria! ¡Aleluya!"
Los 144.000 santos vivientes reconocieron y entendieron la voz, pero los malvados se figuraron que era el fragor de los truenos y el terremoto.
El Israel de Dios escucha con los ojos elevados al cielo. Sus semblantes se iluminan con la gloria divina y brillan cual brillara el rostro de Moisés cuando bajó del Sinaí. Los malos no los pueden mirar. Y cuando la bendición es pronunciada sobre los que honraron a Dios santificando su sábado, se oye un inmenso grito de victoria. Entonces comenzó el jubileo, durante el cual la tierra debía descansar.
[A los santos] los iluminaba una luz refulgente. ¡Cuán hermosos parecían entonces! Se había desvanecido toda huella de inquietud y fatiga, y cada rostro rebosaba salud y belleza. Sus enemigos, los paganos que los rodeaban, cayeron como muertos porque no les era posible resistir la luz que iluminaba a los santos redimidos. Esta luz y gloria permanecieron sobre ellos hasta que se vio a Jesús en las nubes del cielo.
Y vi una nube resplandeciente que llegaba hasta donde estaba Jesús. Entonces Jesús... se ubicó en la nube que lo llevó hacia el Este, desde donde apareció primeramente a los santos que estaban sobre la tierra. La pequeña nube negra que era la señal del Hijo del hombre. Mientras la nube pasaba del lugar santísimo hacia el Este, lo que requirió cierto número de días, la sinagoga de Satanás adoró a los pies de los santos. DNC:366.
“No debe interpretarse una declaración del Salvador en forma que venga a anular otra. Aunque nadie sepa el día ni la hora de su venida, se nos exhorta y se requiere de nosotros que sepamos cuando está cerca”. CS:420.
Debe cuidarse de no establecer fechas.-
“Los tiempos y los sazones son del dominio exclusivo de Dios. ¿Y por qué no nos ha dado Dios este conocimiento? Porque no haríamos un uso correcto de él si nos lo diera. De este conocimiento resultaría un estado de cosas tal entre nuestros hermanos que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar un pueblo que permanezca en pie en el gran día que ha de venir. No hemos de embarcarnos en especulaciones con respecto a los tiempos y las sazones que Dios ha revelado. Jesús dijo a sus discípulos que velaran, pero no respecto a un tiempo definido. Sus seguidores han de estar en la posición de aquellos que escuchan las ordenes de su Capitán; han de vigilar, esperar, orar y trabajar, mientras se acerca el tiempo para la venida del Señor; pero nadie podrá predecir justamente cuándo vendrá ese tiempo; pues "el día y hora nadie sabe". No podéis decir que él vendrá de aquí a un año, o dos, o cinco años, ni tampoco debéis postergar su venida declarando que no ocurrirá antes de diez o de veinte años... No hemos de saber el tiempo definido, ni del derramamiento del Espíritu Santo ni de la venida de Cristo (Review and Herald, 22 de Marzo, 1892)”. Ev:164-165.
Se desconoce el tiempo del regreso de Cristo.-
“Muchos de los que tomaron el nombre de adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido ca-da vez el fracaso. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser here-deros de la salvación no conocen ni el día ni la hora. "Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo". (Mat. 24:36). 1JT:506 (1879).
No hemos de saber el tiempo definido ni para el derramamiento del Espíritu Santo ni para la venida de Cristo... ¿Por qué Dios no nos ha dado este conocimiento? Porque si lo hiciera, no haríamos un uso correcto de mismo. Como resultado de este conocimiento, existiría entre nuestro pueblo un estado de cosas que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar a un pueblo para estar en pie en el gran día que vendrá. No debemos vivir en base a una agitación relacionada con el tiempo..
Usted no podrá decir que él [Jesús] vendrá dentro de uno, dos o cinco años, ni tampoco tiene que postergar su venida diciendo que tal vez no ocurra por diez o veinte años. RH, 22 de Marzo de 1892.
Nos estamos acercando al gran día de Dios. Las señales se están cumpliendo. Y sin embargo, no tenemos un mensaje que nos diga el día y la hora de la aparición de Cristo. El Señor nos ha encubierto sabiamente este asunto para que siempre podamos estar en un estado de expectación y preparación para la segunda aparición de nuestro Señor Jesucristo en las nubes del cielo. Carta 28,1897.
El tiempo exacto de la segunda venida del Hijo del hombre es un misterio de Dios. DTG:586, (1898)”. EUD:33-34.
Nuestro mensaje no consiste en fijar una fecha.-
“No pertenecemos a ese grupo que define el tiempo exacto que transcurrirá antes de la segunda venida de Jesús con poder y gran gloria. Algunos han fijado una fecha, y cuando ésta ha pasado, su espíritu presuntuoso no ha aceptado la reprensión, sino que han fijado otra y otra fecha. Pero muchos fracasos sucesivos los han acuñado como falsos profetas. FE:335 (1895).
Dios no le da a ningún hombre un mensaje de que pasarán cinco o diez o veinte años antes de que concluya la historia de esta tierra. Él no quiere darle a ningún ser viviente una excusa para demorar la preparación para su venida. Él espera que nadie diga, como lo hizo el siervo infiel: "Mi señor tarda en venir", porque esto conduce a un descuido temerario de las oportunidades y privilegios para prepararnos para ese gran día”. RH, 27 de Noviembre de 1900.
La fijación de fechas conduce a la incredulidad.-
“Por haber pasado repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra en un estado de incredulidad más decidida que antes con respecto al próximo advenimiento de Cristo. El mundo considera con disgusto el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres que se dejaron seducir de este modo, muchos se apartan de la verdad pre-sentada por la Palabra de Dios según la cual el fin de todas las cosas está cercano. 1JT:506 (1879).
Entiendo que el Hno. [A. G.] Daniells ha fijado fecha, por decirlo así, declarando que el Señor vendrá dentro de cinco años. Ahora bien, espero que no se extenderá por todas partes la impresión de que somos de aquellos que fijan fechas. Que no se hagan tales comentarios. No hacen ningún bien. Que no se trate de conseguir un reavivamiento en base a ninguno de esos argumentos, sino que se use de la debida cautela en toda palabra que se expresa, para que los fanáticos no se apoderen de nada que les permita crear una excitación que entristezca al Espíritu Santo.
No queremos agitar las pasiones de la gente para desatar una conmoción en la que se excitan los sentimientos y los principios pierden el control. Siento que necesitamos estar en guardia por todos lados, porque Satanás está activo para hacer todo lo posible a fin de insi-nuar sus estratagemas y ardides que serán un poder para hacer daño. Debe temerse cual-quier cosa que suscite una conmoción, que cree una excitación sobre una base equivocada, porque la reacción seguramente vendrá. Carta 34, 1887.
Siempre habrá en la iglesia movimientos espurios y fanáticos realizados por personas que pretenden ser guiadas por Dios, por aquellos que correrán antes de ser enviados, y que establecerán fechas para el cumplimiento de profecías que aún no se han realizado. El enemigo se regocija con este proceder, porque sus repetidos fracasos y su desviación de la atención hacia puntos falsos provoca confusión e incredulidad”. 2MS:96 (1897).
No hay una profecía de tiempo que vaya más allá de 1844.-
“Declaré definidamente a estas personas fanáticas, en las reuniones espirituales cele-bradas en Jackson, que estaban haciendo la obra del adversario de las almas; que se halla-ban en tinieblas. Pretendían poseer una gran luz según la cual el tiempo de gracia terminaría en octubre de 1844. Entonces declaré en público que al Señor le había placido mostrarme que no habría una fecha definida para el mensaje dado por Dios desde 1844. 2MS:83 (1885).
Nuestra posición ha sido de esperar y velar, sin que se proclame un tiempo [o fecha] que tenga lugar entre el fin de los períodos proféticos en 1844 y el momento de la venida de nuestro Señor. 10ML:270 (1888).
La gente no tendrá otro mensaje acerca de un tiempo definido. Después de este lapso [Apoc. 10:4-6], que ahora abarca desde 1842 a 1844, no puede haber ningún cómputo defi-nido de tiempo profético. El cálculo más prolongado llega hasta el otoño de 1844. 7CBA:982 (1900)”. EUD:34-36
Re: Erwin Eulner- Nadie Sabe ni el Dia ni la Hora
Influencia de la fijación de fechas.-
“Muchos de los que tomaron el nombre de adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido ca-da vez el fracaso. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser here-deros de la salvación no conocen ni el día ni la hora. "Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo". (Mat. 24:36). Por haber pasado repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra en un estado de incredulidad más decidida que antes con respecto al próximo advenimiento de Cristo. El mundo considera con disgusto el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres que se dejaron seducir de este modo, muchos se apartan de la verdad presentada por la Palabra de Dios según la cual el fin de todas las cosas está cercano.
Los que tan presuntuosamente predican una fecha definida satisfacen, al hacerlo, al adversario de las almas, porque promueven la incredulidad más bien que el cristianismo. Mediante textos de las Escrituras erróneamente interpretados, presentan una cadena de ar-gumentos que aparentemente sostienen su teoría. Pero sus fracasos demuestran que son falsos profetas, que no interpretan correctamente el lenguaje de la Inspiración. La Palabra de Dios es verdad y certidumbre, pero los hombres han pervertido su significado. Esos errores han desprestigiado la verdad de Dios para estos últimos días. Los ministros de todas las denominaciones ridiculizan a los adventistas; sin embargo, los siervos de Dios no deben callar. Las señales predichas en la profecía se están cumpliendo rápidamente en derredor nuestro. Esto debe inducir a todo aquel que sigue verdaderamente a Cristo a actuar con celo.
Los que creen que deben predicar una fecha definida a fin de hacer impresión sobre la gente, no actúan de acuerdo con el debido punto de vista. Los sentimientos de los oyentes se pueden conmover y despertarse sus temores; pero no obran basados en buenos principios. Se crea excitación, y cuando pasa la fecha, como ha sucedido repetidas veces, los que se conmovieron por la proximidad de la misma, recaen en la frialdad, las tinieblas y el pecado, y es casi imposible despertar su conciencia sin recurrir a alguna gran excitación.
En el tiempo de Noé, los habitantes del mundo se burlaban de lo que llamaban los te-mores y presentimientos supersticiosos del predicador de la justicia. Se lo denunciaba como un 508 visionario, fanático y alarmista. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". (Mat. 24:37). Los hombres rechazarán en nuestra época el solemne mensaje de amonestación como lo rechazaron en el tiempo de Noé. Se referirán a esos falsos maestros que predijeron el acontecimiento y citaron la fecha definida, y dirán que no tienen más fe en nuestra advertencia que en la de ellos. Tal es la actitud del mundo hoy. La incredulidad está muy difundida y la predicación de la venida de Cristo es asunto de burla y ridículo. Esto contribuye a que sea tanto más esencial que los que creen en la verdad presente manifiesten su fe por sus obras. Deben ser santificados por la verdad que profesan creer porque son en verdad sabor de vida para vida o de muerte para muerte.
Noé predicó a sus contemporáneos que Dios les daría ciento veinte años en los cuales podrían arrepentirse de sus pecados y hallar refugio en el arca. Pero ellos rechazaron la mi-sericordiosa invitación. Les fue concedido abundante tiempo para apartarse de sus pecados, vencer sus malas costumbres y adquirir un carácter justo. Pero la inclinación al pecado, aunque débil al principio en muchos, se fortaleció por la repetida participación en el pecado, y los precipitó a una ruina irreparable. La misericordiosa amonestación de Dios fue rechazada con mofas, burlas y ridículo; y ellos fueron dejados en tinieblas para seguir el curso que su corazón pecaminoso había escogido. Pero su incredulidad no impidió que se cumpliese el acontecimiento predicho. Llegó, y grande fue la ira de Dios, que se apreció en la ruina general.
Estas palabras de Cristo deben grabarse en el corazón de todos los que creen la ver-dad presente: "Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día". (Luc. 21:34). Cristo mismo nos presenta el peligro que nos acecha. El conocía los riesgos que encontraríamos en estos postreros días y quería que nos preparásemos. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". (Mat. 24:37). Estaban comiendo y be-biendo, plantando y edificando, casándose y dándose en matrimonio, y no conocieron hasta el día que Noé entró en el arca y el diluvio vino y los barrió a todos.
El día de Dios encontrará a los hombres absortos igualmente en los negocios y placeres del mundo, en banquetes y glotonerías, y en la complacencia del apetito pervertido, en el consumo contaminador de bebidas y de narcótico tabaco. Tal es ya la condición de nuestro mundo, y estas prácticas se encuentran hasta en los que profesan pertenecer al pueblo de Dios, algunos de los cuales siguen las costumbres del mundo y participan de sus pecados. Abogados, mecánicos, agricultores, negociantes y aun ministros claman desde el púlpito: "Paz y seguridad" (1 Tes. 5:3), cuando la destrucción está por sobrevenirles”. 1JT:506-509.
“El Señor dice a los habitantes de la tierra: "Escogeos hoy a quién sirváis". Todos están decidiendo ahora su destino eterno. Los hombres necesitan que se les haga comprender la solemnidad de la hora, la cercanía del día cuando terminará el tiempo de prueba. Dios no le da a nadie el mensaje de que pasarán cinco, diez o veinte años antes que termine la historia de esta tierra. No quiere dar excusa a ningún ser viviente para demorar la preparación para su advenimiento. No quiere que nadie diga, como el siervo infiel: "Mi Señor tarda en venir", pues esto conduce al temerario descuido de las oportunidades y los privilegios que se nos dan a fin de que nos preparemos para ese gran día. Todo aquel que pretende ser siervo de Dios, está llamado a prestar servicio como si cada día fuera el último...
Hablad de la pronta aparición del Hijo del hombre en las nubes del cielo con poder y gran gloria. No posterguéis aquel día...
Esta es la gran preocupación que cada cual debe sentir. ¿Están perdonados mis peca-dos? ¿Ha quitado mi culpa Cristo, el Portador del pecado? ¿Tengo yo un corazón limpio, pu-rificado por la justicia de Cristo? ¡Ay del alma que no esté buscando refugio en Cristo! ¡Ay de los que de alguna manera apartan la mente de la obra e inducen a alguna alma a ser menos vigilante ahora...
La gran obra de la cual no debiéramos desviar nuestra mente consiste en averiguar cuál es nuestra situación personal frente a Dios. ¿Están asentados nuestros pies sobre la Roca de los siglos? ¿Nos estamos escondiendo en el único Refugio? La tormenta se avecina con furia implacable. ¿Estamos preparados para hacerle frente? ¿Somos uno con Cristo así co-mo él es uno con el Padre? ¿Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo?...
El carácter de Cristo debe ser el nuestro. Debemos ser transformados por la renovación de nuestro corazón. En esto consiste nuestra única seguridad. Nada puede separar a un cris-tiano viviente de Dios”. Mar:106.
“Los tiempos y las sazones son del dominio exclusivo de Dios. ¿Y por qué no nos ha dado Dios este conocimiento? Porque no haríamos un uso correcto de él si nos lo diera. De este conocimiento resultaría un estado de cosas tal entre nuestros hermanos que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar un pueblo que permanezca en pie en el gran día que ha de venir... Jesús dijo a sus discípulos que velaran, pero no respecto a un tiempo definido. Sus seguidores han de estar en la posición de aquellos que escuchen las órdenes de su Capitán; han de vigilar, esperar, orar y trabajar, mientras se acerca el tiempo para la venida del Señor; pero nadie podrá predecir justamente cuándo vendrá ese tiempo; pues "del día y la hora nadie sabe" (Mat. 24:36). No podéis decir que él vendrá de aquí a un año, o dos, o cinco años, ni tampoco debéis postergar su venida declarando que no ocurrirá antes de diez o de veinte años... No hemos de saber el tiempo definido, ni del derramamiento del Espíritu Santo ni de la venida de Cristo”. Mar:134.
Muchos de los que se han llamado adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido fracasos repetidos. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser herederos de la salvación, no conocen ni el día ni la hora. "Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo." Por haber pasado repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra en un estado de incredulidad más decidida que antes respecto del próximo advenimiento de Cristo. Considera con disgusto el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres así seducidos muchos se apartan de la verdad presentada por la Palabra de Dios, de que el fin de todas las cosas está cercano.
Los que tan presuntuosamente predican una fecha definida, satisfacen, al hacerlo, al adversario de las almas, porque promueven la incredulidad más bien que el cristianismo. Presentan textos de la Escritura, y, mediante falsas interpretaciones, una serie de argumen-tos que aparentemente sostienen su teoría. Pero sus fracasos demuestran que son falsos profetas, que no interpretan correctamente el lenguaje de la Inspiración. La Palabra de Dios es verdad y certidumbre, pero los hombres han pervertido su significado. Esos errores han desprestigiado la verdad de Dios para estos últimos días. Los adventistas son ridiculizados por los ministros de otras denominaciones; sin embargo, los siervos de Dios no deben ca-llar. Las señales predichas en la profecía se están cumpliendo rápidamente en derredor nuestro. Esto debe inducir a todo aquel que sigue verdaderamente a Cristo a actuar con celo.
Los que creen que deben predicar una fecha definida a fin de hacer impresión sobre la gente, no obran desde el debido punto de vista. Los sentimientos de los oyentes pueden conmoverse y despertarse sus temores; pero no obran basados en buenos principios. Se crea una excitación, y cuando pasa la fecha, como ha sucedido repetidas veces, los que se conmovieron por la proximidad de la fecha, recaen en la frialdad, las tinieblas y el pecado, y es casi imposible despertar su conciencia sin una gran agitación.
En el tiempo de Noé, los habitantes del mundo se burlaban de lo que llamaban los te-mores supersticiosos y presentimientos del predicador de la justicia. Se le denunciaba como un visionario, fanático y alarmista. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". Los hombres rechazarán en nuestra época el solemne mensaje de amonestación, como lo rechazaron en el tiempo de Noé. Se referirán a esos falsos maestros que predijeron el acontecimiento y citaron la fecha definida, y dirán que no tienen más fe en nuestra adver-tencia que en la de ellos. Tal es la actitud del mundo hoy. La incredulidad está muy difundida y la predicación de la venida de Cristo es asunto de burla y ridículo. Esto contribuye a que sea tanto más esencial que los que creen en la verdad presente manifiesten su fe por sus obras. Deben ser santificados por la verdad que profesan creer porque son en verdad sabor de vida para vida o de muerte para muerte.
Noé predicó a sus contemporáneos que Dios les daría ciento veinte años en los cuales podrían arrepentirse de sus pecados y hallar refugio en el arca. Pero ellos rechazaron la mi-sericordiosa invitación. Les fue concedido abundante tiempo para apartarse de sus pecados, vencer sus malas costumbres y adquirir un carácter justo. Pero la inclinación al pecado, aunque débil al principio en muchos, se fortaleció por la repetida participación en el pecado, y los lanzó a una ruina irreparable. La misericordiosa amonestación de Dios fue rechazada con mofas, burlas y ridículo; y ellos fueron dejados en tinieblas para seguir el curso que su corazón pecaminoso había escogido. Pero su incredulidad no impidió que se cumpliese el acontecimiento predicho. Llegó, y grande fue la ira de Dios, que se vio en la ruina general.
Estas palabras de Cristo deben grabarse en el corazón de todos los que creen la verdad pre-sente: "Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y em-briaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día". Nuestro peligro nos es presentado por Cristo mismo. El conocía los peligros que encontrar-íamos en estos postreros días y quería que nos preparáremos para ello. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". Estaban comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en matrimonio, y no conocieron hasta el día que Noé entró en el arca y el diluvio vino y los barrió a todos. El día de Dios encontrará a los hombres absortos igualmente en los negocios y placeres del mundo, en banquetes y glotonerías, y en la complacencia del apetito pervertido, en el consumo contaminador de bebidas y del narcótico tabaco. Tal es ya la condición de nuestro mundo, y estas prácticas se encuentran hasta entre los que profesan pertenecer al pueblo de Dios, algunos de los cuales están siguiendo las costumbres y participando de los pecados del mundo. Abogados, mecánicos, agricultores, negociantes y aun ministros, claman desde el púlpito: "Paz y seguridad," cuando la destrucción está por sobrevenirles.
El creer en la próxima venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos no inducirá a los verdaderos cristianos a ser descuidados y negligentes en los asuntos comunes de la vida. Los que aguardan la pronta aparición de Cristo no serán ociosos, sino diligentes en sus asuntos. Su trabajo no será hecho con descuido y falta de honradez sino con fidelidad, presteza y esmero. Los que se lisonjean de que el descuido y la negligencia en las cosas de esta vida son evidencia de su espiritualidad y de su separación del mundo, están en un gran error. Su veracidad, fidelidad e integridad son probadas en las cosas tem-porales. Si son fieles en lo poco, serán fieles en lo mucho”. 3TS:306-309.
“El Señor me ha mostrado que el mensaje del tercer ángel debe progresar y ser pro-clamado a los hijos dispersos de Dios, pero no debe depender de una fecha. Vi que algunos están creando una excitación falsa al predicar fijando fechas; pero el mensaje del tercer ángel es más poderoso de lo que puede serlo una fecha. Vi que este mensaje puede subsistir sobre su propio fundamento y no necesita ser reforzado con fechas; que irá adelante con gran poder, hará su obra y será abreviado en justicia”. PE:75.
“¿No será hecho conocido el día y la hora de la aparición de Jesús a través de la voz del Dios eterno?
Que ese día y hora será conocido por los verdaderos hijos de Dios, y no por otros, que-da claro del hecho que somos exhortados a esperar por él; y si no esperamos, Jesús vendrá sobre nosotros "como un ladrón", y "no sabremos en qué hora" Él vendrá sobre nosotros. De tal manera que, solamente aquéllos que realmente Lo esperan sabrán el tiempo verdadero. Apoc. 3:2-3. Aquí presentaré una cita de "The True Midnight Cry", del 22 de Agosto de 1844.
"En relación al tiempo de aquella venida (de Cristo), él dice, en Mar. 13:32, "Pero de aquel día y hora ningún hombre lo sabe, no, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino que el Padre". Muchos piensan, que este pasaje prueba que los hombres nunca sabrán el tiempo. Pero si realmente prueba eso, entonces también prueba, que el propio Hijo de Dios, nunca sabrá el tiempo; porque el pasaje declara precisamente lo mismo en relación a Él, así como en relación a los ángeles y a los hombres. ¿Pero puede alguna persona creer que nuestro glorioso Señor, a quien se le ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra, es, y continuará siendo ignorante del tiempo hasta el mismo momento en que venga a juzgar el mundo?
Si no es así, entonces este texto nunca podrá probar que a los hombres nunca se les hará entender el tiempo. Una antigua versión Inglesa de este pasaje dice así: "Pero de aquel día y hora ningún hombre lo conocerá, ni los ángeles que están en el cielo, ni al Hijo, sino el Padre".
Esta es la lectura correcta de acuerdo con muchos de los mejores críticos de todos los tiempos. Aquí se usa la palabra conocer, en el mismo sentido en que Pablo la usa en 1 Cor. 2:2. Pablo entendía muy bien muchas otras cosas, fuera de Cristo y éste crucificado, pero él determino no conocer nada más entre ellos. De tal manera que en el primer pasaje citado, se declara que nadie más que Dios el Padre, conoce el día y la hora; esto es, el tiempo definido de la segunda venida de su Hijo. Y esto necesariamente implica que Dios haga conocido el tiempo".
Yo creo que lo anterior, es una visión justa y correcta del asunto, y que el Padre hará conocer el verdadero tiempo del advento, sin la ayuda de los hombres, de los ángeles o del Hijo. La siguiente profecía viene bien al caso.
"Hijo del hombre, ¿qué quiere decir aquel proverbio que existe en Israel, que dice, se prolongan los días, y todas las visiones han fallado? Por lo tanto diles, así dice el Señor Dios; haré con que cese ese proverbio, y no lo usarán más como un proverbio en Israel; y diles, los días están próximos, y el cumplimiento de toda visión. Porque no habrá más visión vana ni habrá adivinación de lisonjeros dentro de la casa de Israel. Porque Yo soy el Señor: Yo HABLARÉ, y la palabra que yo diga sucederá, no será más prolongada; porque en vuestros días, Oh casa rebelde, Yo DIRÉ LA PALABRA, y ella sucederá, dice el Señor Dios". Eze. 12:22-25.
El asunto de esta profecía es tiempo, relacionado con el cual, han habido verdaderas y falsas visiones. La verdadera visión (o luz) acerca del tiempo, fue colocada en la Carta (Dia-grama, Tabla) Hab. 2:2. Dios aprobó la proclamación de 1843, y la del décimo día del sépti-mo mes en 1844: por el derramamiento del Espíritu Santo. Desde el séptimo mes de 1844, la "casa rebelde" de Israel, ha estado removiendo los "hitos", y los escritos, y proclamando falsas visiones; pero todos nosotros sabemos que ha sido la obra del hombre, y no la de Dios. Estas adivinaciones de lisonjeros, han animado la "casa rebelde" de Israel de alguna manera; pero la obra no ha tenido la pura ni santificada influencia, como cuando la mano de Dios estaba en la obra a su tiempo.
El proverbio de que "toda visión ha fallado", es, o luego será completado; y Dios lo hará, y las falsas visiones cesarán, hablando desde el cielo, y dándole a Su pueblo el verdadero tiempo. "Porque Yo soy el Señor: Yo HABLARÉ y la palabra que yo diga, sucederá".
Ahora, si el asunto de esta profecía es tiempo, yo creo que todos admitirán, que la pa-labra que el Señor Dios diga, será el verdadero tiempo. Las falsas visiones que han sido es-critas y proclamadas por la "casa rebelde" de Israel, han fallado: pero la palabra a ser dicha por el “Señor Dios”, será el verdadero tiempo, y ciertamente sucederá.
Jesús nos ha dejado la segura promesa, que su Padre hará conocido el día y la hora de Su venida. El "Señor Dios" ha prometido hablar, y nos asegura que la palabra que Él dirá, "sucederá". Con un testimonio como ese, del Padre y del Hijo, ¿a qué otra conclusión podemos llegar, a no ser que la "palabra que el Padre dirá, es el verdadero tiempo, y cuando él habla, Su voz lo hará conocido a sus santos?”. Una Palabra a la Manada Pequeña:7-8.
Nota del Traductor: La hermana White se está refiriendo al instante en que Dios hable y diga el día y la hora, al término de los acontecimientos finales, pero nunca afirmó que ese día y hora serían conocidos antes de ese instante, como muchos lo están haciendo, a pesar de todas las advertencias en contrario
“Muchos de los que tomaron el nombre de adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido ca-da vez el fracaso. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser here-deros de la salvación no conocen ni el día ni la hora. "Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo". (Mat. 24:36). Por haber pasado repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra en un estado de incredulidad más decidida que antes con respecto al próximo advenimiento de Cristo. El mundo considera con disgusto el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres que se dejaron seducir de este modo, muchos se apartan de la verdad presentada por la Palabra de Dios según la cual el fin de todas las cosas está cercano.
Los que tan presuntuosamente predican una fecha definida satisfacen, al hacerlo, al adversario de las almas, porque promueven la incredulidad más bien que el cristianismo. Mediante textos de las Escrituras erróneamente interpretados, presentan una cadena de ar-gumentos que aparentemente sostienen su teoría. Pero sus fracasos demuestran que son falsos profetas, que no interpretan correctamente el lenguaje de la Inspiración. La Palabra de Dios es verdad y certidumbre, pero los hombres han pervertido su significado. Esos errores han desprestigiado la verdad de Dios para estos últimos días. Los ministros de todas las denominaciones ridiculizan a los adventistas; sin embargo, los siervos de Dios no deben callar. Las señales predichas en la profecía se están cumpliendo rápidamente en derredor nuestro. Esto debe inducir a todo aquel que sigue verdaderamente a Cristo a actuar con celo.
Los que creen que deben predicar una fecha definida a fin de hacer impresión sobre la gente, no actúan de acuerdo con el debido punto de vista. Los sentimientos de los oyentes se pueden conmover y despertarse sus temores; pero no obran basados en buenos principios. Se crea excitación, y cuando pasa la fecha, como ha sucedido repetidas veces, los que se conmovieron por la proximidad de la misma, recaen en la frialdad, las tinieblas y el pecado, y es casi imposible despertar su conciencia sin recurrir a alguna gran excitación.
En el tiempo de Noé, los habitantes del mundo se burlaban de lo que llamaban los te-mores y presentimientos supersticiosos del predicador de la justicia. Se lo denunciaba como un 508 visionario, fanático y alarmista. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". (Mat. 24:37). Los hombres rechazarán en nuestra época el solemne mensaje de amonestación como lo rechazaron en el tiempo de Noé. Se referirán a esos falsos maestros que predijeron el acontecimiento y citaron la fecha definida, y dirán que no tienen más fe en nuestra advertencia que en la de ellos. Tal es la actitud del mundo hoy. La incredulidad está muy difundida y la predicación de la venida de Cristo es asunto de burla y ridículo. Esto contribuye a que sea tanto más esencial que los que creen en la verdad presente manifiesten su fe por sus obras. Deben ser santificados por la verdad que profesan creer porque son en verdad sabor de vida para vida o de muerte para muerte.
Noé predicó a sus contemporáneos que Dios les daría ciento veinte años en los cuales podrían arrepentirse de sus pecados y hallar refugio en el arca. Pero ellos rechazaron la mi-sericordiosa invitación. Les fue concedido abundante tiempo para apartarse de sus pecados, vencer sus malas costumbres y adquirir un carácter justo. Pero la inclinación al pecado, aunque débil al principio en muchos, se fortaleció por la repetida participación en el pecado, y los precipitó a una ruina irreparable. La misericordiosa amonestación de Dios fue rechazada con mofas, burlas y ridículo; y ellos fueron dejados en tinieblas para seguir el curso que su corazón pecaminoso había escogido. Pero su incredulidad no impidió que se cumpliese el acontecimiento predicho. Llegó, y grande fue la ira de Dios, que se apreció en la ruina general.
Estas palabras de Cristo deben grabarse en el corazón de todos los que creen la ver-dad presente: "Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día". (Luc. 21:34). Cristo mismo nos presenta el peligro que nos acecha. El conocía los riesgos que encontraríamos en estos postreros días y quería que nos preparásemos. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". (Mat. 24:37). Estaban comiendo y be-biendo, plantando y edificando, casándose y dándose en matrimonio, y no conocieron hasta el día que Noé entró en el arca y el diluvio vino y los barrió a todos.
El día de Dios encontrará a los hombres absortos igualmente en los negocios y placeres del mundo, en banquetes y glotonerías, y en la complacencia del apetito pervertido, en el consumo contaminador de bebidas y de narcótico tabaco. Tal es ya la condición de nuestro mundo, y estas prácticas se encuentran hasta en los que profesan pertenecer al pueblo de Dios, algunos de los cuales siguen las costumbres del mundo y participan de sus pecados. Abogados, mecánicos, agricultores, negociantes y aun ministros claman desde el púlpito: "Paz y seguridad" (1 Tes. 5:3), cuando la destrucción está por sobrevenirles”. 1JT:506-509.
“El Señor dice a los habitantes de la tierra: "Escogeos hoy a quién sirváis". Todos están decidiendo ahora su destino eterno. Los hombres necesitan que se les haga comprender la solemnidad de la hora, la cercanía del día cuando terminará el tiempo de prueba. Dios no le da a nadie el mensaje de que pasarán cinco, diez o veinte años antes que termine la historia de esta tierra. No quiere dar excusa a ningún ser viviente para demorar la preparación para su advenimiento. No quiere que nadie diga, como el siervo infiel: "Mi Señor tarda en venir", pues esto conduce al temerario descuido de las oportunidades y los privilegios que se nos dan a fin de que nos preparemos para ese gran día. Todo aquel que pretende ser siervo de Dios, está llamado a prestar servicio como si cada día fuera el último...
Hablad de la pronta aparición del Hijo del hombre en las nubes del cielo con poder y gran gloria. No posterguéis aquel día...
Esta es la gran preocupación que cada cual debe sentir. ¿Están perdonados mis peca-dos? ¿Ha quitado mi culpa Cristo, el Portador del pecado? ¿Tengo yo un corazón limpio, pu-rificado por la justicia de Cristo? ¡Ay del alma que no esté buscando refugio en Cristo! ¡Ay de los que de alguna manera apartan la mente de la obra e inducen a alguna alma a ser menos vigilante ahora...
La gran obra de la cual no debiéramos desviar nuestra mente consiste en averiguar cuál es nuestra situación personal frente a Dios. ¿Están asentados nuestros pies sobre la Roca de los siglos? ¿Nos estamos escondiendo en el único Refugio? La tormenta se avecina con furia implacable. ¿Estamos preparados para hacerle frente? ¿Somos uno con Cristo así co-mo él es uno con el Padre? ¿Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo?...
El carácter de Cristo debe ser el nuestro. Debemos ser transformados por la renovación de nuestro corazón. En esto consiste nuestra única seguridad. Nada puede separar a un cris-tiano viviente de Dios”. Mar:106.
“Los tiempos y las sazones son del dominio exclusivo de Dios. ¿Y por qué no nos ha dado Dios este conocimiento? Porque no haríamos un uso correcto de él si nos lo diera. De este conocimiento resultaría un estado de cosas tal entre nuestros hermanos que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar un pueblo que permanezca en pie en el gran día que ha de venir... Jesús dijo a sus discípulos que velaran, pero no respecto a un tiempo definido. Sus seguidores han de estar en la posición de aquellos que escuchen las órdenes de su Capitán; han de vigilar, esperar, orar y trabajar, mientras se acerca el tiempo para la venida del Señor; pero nadie podrá predecir justamente cuándo vendrá ese tiempo; pues "del día y la hora nadie sabe" (Mat. 24:36). No podéis decir que él vendrá de aquí a un año, o dos, o cinco años, ni tampoco debéis postergar su venida declarando que no ocurrirá antes de diez o de veinte años... No hemos de saber el tiempo definido, ni del derramamiento del Espíritu Santo ni de la venida de Cristo”. Mar:134.
Muchos de los que se han llamado adventistas han incurrido en el error de fijar fechas para la venida de Cristo. Lo han hecho repetidas veces, pero el resultado ha sido fracasos repetidos. Se nos declara que el tiempo definido de la venida de nuestro Señor está fuera del alcance de los mortales. Aun los ángeles que ministran a los que han de ser herederos de la salvación, no conocen ni el día ni la hora. "Empero del día y hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino mi Padre solo." Por haber pasado repetidas veces la fecha fijada por algunos, el mundo se encuentra en un estado de incredulidad más decidida que antes respecto del próximo advenimiento de Cristo. Considera con disgusto el fracaso de los que fijaron fechas; y porque hubo hombres así seducidos muchos se apartan de la verdad presentada por la Palabra de Dios, de que el fin de todas las cosas está cercano.
Los que tan presuntuosamente predican una fecha definida, satisfacen, al hacerlo, al adversario de las almas, porque promueven la incredulidad más bien que el cristianismo. Presentan textos de la Escritura, y, mediante falsas interpretaciones, una serie de argumen-tos que aparentemente sostienen su teoría. Pero sus fracasos demuestran que son falsos profetas, que no interpretan correctamente el lenguaje de la Inspiración. La Palabra de Dios es verdad y certidumbre, pero los hombres han pervertido su significado. Esos errores han desprestigiado la verdad de Dios para estos últimos días. Los adventistas son ridiculizados por los ministros de otras denominaciones; sin embargo, los siervos de Dios no deben ca-llar. Las señales predichas en la profecía se están cumpliendo rápidamente en derredor nuestro. Esto debe inducir a todo aquel que sigue verdaderamente a Cristo a actuar con celo.
Los que creen que deben predicar una fecha definida a fin de hacer impresión sobre la gente, no obran desde el debido punto de vista. Los sentimientos de los oyentes pueden conmoverse y despertarse sus temores; pero no obran basados en buenos principios. Se crea una excitación, y cuando pasa la fecha, como ha sucedido repetidas veces, los que se conmovieron por la proximidad de la fecha, recaen en la frialdad, las tinieblas y el pecado, y es casi imposible despertar su conciencia sin una gran agitación.
En el tiempo de Noé, los habitantes del mundo se burlaban de lo que llamaban los te-mores supersticiosos y presentimientos del predicador de la justicia. Se le denunciaba como un visionario, fanático y alarmista. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". Los hombres rechazarán en nuestra época el solemne mensaje de amonestación, como lo rechazaron en el tiempo de Noé. Se referirán a esos falsos maestros que predijeron el acontecimiento y citaron la fecha definida, y dirán que no tienen más fe en nuestra adver-tencia que en la de ellos. Tal es la actitud del mundo hoy. La incredulidad está muy difundida y la predicación de la venida de Cristo es asunto de burla y ridículo. Esto contribuye a que sea tanto más esencial que los que creen en la verdad presente manifiesten su fe por sus obras. Deben ser santificados por la verdad que profesan creer porque son en verdad sabor de vida para vida o de muerte para muerte.
Noé predicó a sus contemporáneos que Dios les daría ciento veinte años en los cuales podrían arrepentirse de sus pecados y hallar refugio en el arca. Pero ellos rechazaron la mi-sericordiosa invitación. Les fue concedido abundante tiempo para apartarse de sus pecados, vencer sus malas costumbres y adquirir un carácter justo. Pero la inclinación al pecado, aunque débil al principio en muchos, se fortaleció por la repetida participación en el pecado, y los lanzó a una ruina irreparable. La misericordiosa amonestación de Dios fue rechazada con mofas, burlas y ridículo; y ellos fueron dejados en tinieblas para seguir el curso que su corazón pecaminoso había escogido. Pero su incredulidad no impidió que se cumpliese el acontecimiento predicho. Llegó, y grande fue la ira de Dios, que se vio en la ruina general.
Estas palabras de Cristo deben grabarse en el corazón de todos los que creen la verdad pre-sente: "Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y em-briaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día". Nuestro peligro nos es presentado por Cristo mismo. El conocía los peligros que encontrar-íamos en estos postreros días y quería que nos preparáremos para ello. "Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre". Estaban comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en matrimonio, y no conocieron hasta el día que Noé entró en el arca y el diluvio vino y los barrió a todos. El día de Dios encontrará a los hombres absortos igualmente en los negocios y placeres del mundo, en banquetes y glotonerías, y en la complacencia del apetito pervertido, en el consumo contaminador de bebidas y del narcótico tabaco. Tal es ya la condición de nuestro mundo, y estas prácticas se encuentran hasta entre los que profesan pertenecer al pueblo de Dios, algunos de los cuales están siguiendo las costumbres y participando de los pecados del mundo. Abogados, mecánicos, agricultores, negociantes y aun ministros, claman desde el púlpito: "Paz y seguridad," cuando la destrucción está por sobrevenirles.
El creer en la próxima venida del Hijo del hombre en las nubes de los cielos no inducirá a los verdaderos cristianos a ser descuidados y negligentes en los asuntos comunes de la vida. Los que aguardan la pronta aparición de Cristo no serán ociosos, sino diligentes en sus asuntos. Su trabajo no será hecho con descuido y falta de honradez sino con fidelidad, presteza y esmero. Los que se lisonjean de que el descuido y la negligencia en las cosas de esta vida son evidencia de su espiritualidad y de su separación del mundo, están en un gran error. Su veracidad, fidelidad e integridad son probadas en las cosas tem-porales. Si son fieles en lo poco, serán fieles en lo mucho”. 3TS:306-309.
“El Señor me ha mostrado que el mensaje del tercer ángel debe progresar y ser pro-clamado a los hijos dispersos de Dios, pero no debe depender de una fecha. Vi que algunos están creando una excitación falsa al predicar fijando fechas; pero el mensaje del tercer ángel es más poderoso de lo que puede serlo una fecha. Vi que este mensaje puede subsistir sobre su propio fundamento y no necesita ser reforzado con fechas; que irá adelante con gran poder, hará su obra y será abreviado en justicia”. PE:75.
“¿No será hecho conocido el día y la hora de la aparición de Jesús a través de la voz del Dios eterno?
Que ese día y hora será conocido por los verdaderos hijos de Dios, y no por otros, que-da claro del hecho que somos exhortados a esperar por él; y si no esperamos, Jesús vendrá sobre nosotros "como un ladrón", y "no sabremos en qué hora" Él vendrá sobre nosotros. De tal manera que, solamente aquéllos que realmente Lo esperan sabrán el tiempo verdadero. Apoc. 3:2-3. Aquí presentaré una cita de "The True Midnight Cry", del 22 de Agosto de 1844.
"En relación al tiempo de aquella venida (de Cristo), él dice, en Mar. 13:32, "Pero de aquel día y hora ningún hombre lo sabe, no, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino que el Padre". Muchos piensan, que este pasaje prueba que los hombres nunca sabrán el tiempo. Pero si realmente prueba eso, entonces también prueba, que el propio Hijo de Dios, nunca sabrá el tiempo; porque el pasaje declara precisamente lo mismo en relación a Él, así como en relación a los ángeles y a los hombres. ¿Pero puede alguna persona creer que nuestro glorioso Señor, a quien se le ha dado todo el poder en el cielo y en la tierra, es, y continuará siendo ignorante del tiempo hasta el mismo momento en que venga a juzgar el mundo?
Si no es así, entonces este texto nunca podrá probar que a los hombres nunca se les hará entender el tiempo. Una antigua versión Inglesa de este pasaje dice así: "Pero de aquel día y hora ningún hombre lo conocerá, ni los ángeles que están en el cielo, ni al Hijo, sino el Padre".
Esta es la lectura correcta de acuerdo con muchos de los mejores críticos de todos los tiempos. Aquí se usa la palabra conocer, en el mismo sentido en que Pablo la usa en 1 Cor. 2:2. Pablo entendía muy bien muchas otras cosas, fuera de Cristo y éste crucificado, pero él determino no conocer nada más entre ellos. De tal manera que en el primer pasaje citado, se declara que nadie más que Dios el Padre, conoce el día y la hora; esto es, el tiempo definido de la segunda venida de su Hijo. Y esto necesariamente implica que Dios haga conocido el tiempo".
Yo creo que lo anterior, es una visión justa y correcta del asunto, y que el Padre hará conocer el verdadero tiempo del advento, sin la ayuda de los hombres, de los ángeles o del Hijo. La siguiente profecía viene bien al caso.
"Hijo del hombre, ¿qué quiere decir aquel proverbio que existe en Israel, que dice, se prolongan los días, y todas las visiones han fallado? Por lo tanto diles, así dice el Señor Dios; haré con que cese ese proverbio, y no lo usarán más como un proverbio en Israel; y diles, los días están próximos, y el cumplimiento de toda visión. Porque no habrá más visión vana ni habrá adivinación de lisonjeros dentro de la casa de Israel. Porque Yo soy el Señor: Yo HABLARÉ, y la palabra que yo diga sucederá, no será más prolongada; porque en vuestros días, Oh casa rebelde, Yo DIRÉ LA PALABRA, y ella sucederá, dice el Señor Dios". Eze. 12:22-25.
El asunto de esta profecía es tiempo, relacionado con el cual, han habido verdaderas y falsas visiones. La verdadera visión (o luz) acerca del tiempo, fue colocada en la Carta (Dia-grama, Tabla) Hab. 2:2. Dios aprobó la proclamación de 1843, y la del décimo día del sépti-mo mes en 1844: por el derramamiento del Espíritu Santo. Desde el séptimo mes de 1844, la "casa rebelde" de Israel, ha estado removiendo los "hitos", y los escritos, y proclamando falsas visiones; pero todos nosotros sabemos que ha sido la obra del hombre, y no la de Dios. Estas adivinaciones de lisonjeros, han animado la "casa rebelde" de Israel de alguna manera; pero la obra no ha tenido la pura ni santificada influencia, como cuando la mano de Dios estaba en la obra a su tiempo.
El proverbio de que "toda visión ha fallado", es, o luego será completado; y Dios lo hará, y las falsas visiones cesarán, hablando desde el cielo, y dándole a Su pueblo el verdadero tiempo. "Porque Yo soy el Señor: Yo HABLARÉ y la palabra que yo diga, sucederá".
Ahora, si el asunto de esta profecía es tiempo, yo creo que todos admitirán, que la pa-labra que el Señor Dios diga, será el verdadero tiempo. Las falsas visiones que han sido es-critas y proclamadas por la "casa rebelde" de Israel, han fallado: pero la palabra a ser dicha por el “Señor Dios”, será el verdadero tiempo, y ciertamente sucederá.
Jesús nos ha dejado la segura promesa, que su Padre hará conocido el día y la hora de Su venida. El "Señor Dios" ha prometido hablar, y nos asegura que la palabra que Él dirá, "sucederá". Con un testimonio como ese, del Padre y del Hijo, ¿a qué otra conclusión podemos llegar, a no ser que la "palabra que el Padre dirá, es el verdadero tiempo, y cuando él habla, Su voz lo hará conocido a sus santos?”. Una Palabra a la Manada Pequeña:7-8.
Nota del Traductor: La hermana White se está refiriendo al instante en que Dios hable y diga el día y la hora, al término de los acontecimientos finales, pero nunca afirmó que ese día y hora serían conocidos antes de ese instante, como muchos lo están haciendo, a pesar de todas las advertencias en contrario
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