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Elena G de White-Mártires en los Días Finales

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Elena G de White-Mártires en los Días Finales Empty Elena G de White-Mártires en los Días Finales

Mensaje por Admin Mar Jun 01, 2010 9:25 am

Mártires en los Días Finales.-







“Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios”. (Juan 16:2).



“Cada individuo en nuestro mundo deberá alistarse bajo una de dos banderas. Los dos ejércitos serán diferentes y estarán separados, y esa diferencia será tan marcada que muchos de los que se convenzan de la verdad se pondrán de parte del pueblo de Dios que observa sus mandamientos. Cuando esté por producirse esta obra grandiosa en la batalla, antes del último gran conflicto, muchos serán encarcelados, muchos huirán de las ciudades y los pueblos para salvar su vida, y muchos otros soportarán el martirio por amor de Cristo al levantarse en defensa de la verdad.

Por el decreto que imponga la institución del papado en violación a la ley de Dios, esta nación [los Estados Unidos] se separará completamente de la justicia... Como el acercamiento de los ejércitos romanos fue para los discípulos una señal de la inminente destrucción de Jerusalén, esta apostasía podrá ser para nosotros una señal de que se llegó al límite de la tolerancia de Dios, de que esta nación colmó la medida de su iniquidad, y de que el ángel de la misericordia está por emprender el vuelo para nunca volver. Los hijos de Dios se verán entonces sumidos en aquellas escenas de aflicción y angustia que los profetas describieron como el tiempo de angustia de Jacob. Ascienden al cielo los clamores de los fieles y perseguidos. Y como la sangre de Abel clamó desde el suelo, hay voces que claman a Dios desde la tumba de los mártires, desde los sepulcros del mar, desde las cuevas de las montañas, desde las bóvedas de los conventos: "¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de los que moran en la tierra?" (Apoc. 6:10).

Cuando fue abierto el quinto sello Juan, el Revelador, vio en visión debajo del altar al conjunto de los que habían sido muertos por causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. Después de esta visión siguieron las escenas descriptas en el capítulo 18 de Apocalipsis, donde se llama a los fieles y los sinceros para que salgan de Babilonia.

Cristo restaurará la vida que ha sido quitada, pues él es el Dador de la vida: Él embellecerá a los justos dándoles vida inmortal”. Maranata:197.


No Habrá Más Mártires.-





“Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. (Sal. 91:15).

El pueblo de Dios no quedará libre de padecimientos; pero aunque perseguido y acongojado y aunque sufra privaciones y falta de alimento, no será abandonado para perecer. . .

Sin embargo, por lo que ven los hombres, parecería que los hijos de Dios tuviesen que sellar pronto su destino con su sangre, como lo hicieron los mártires que los precedieron. Ellos mismos empiezan a temer que el Señor los deje perecer en las manos homicidas de sus enemigos. Es un tiempo de terrible agonía. De día y de noche claman a Dios para que los libre...

El ojo de Dios, al mirar a través de las edades, se fijó en la crisis a la cual tendrá que hacer frente su pueblo, cuando los poderes de la tierra se unan contra él. Como los desterrados cautivos, temerán morir de hambre o por la violencia. Pero el Dios santo que dividió las aguas del Mar Rojo delante de los israelitas, manifestará su gran poder libertándolos de su cautiverio. "Ellos me serán un tesoro especial, dice Jehová de los ejércitos, en aquel día que yo preparo; y me compadeceré de ellos, como un hombre se compadece de su mismo hijo que le sirve" (Mal. 3:17, VM). Si la sangre de los fieles siervos de Cristo fuese entonces derramada, no sería ya, como la sangre de los mártires, semilla destinada a dar una cosecha para Dios. Su fidelidad no sería ya un testimonio para convencer a otros de la verdad, pues los corazones endurecidos han rechazado los llamamientos de la misericordia hasta que éstos ya no se dejan oír. Si los justos cayesen entonces presa de sus enemigos, sería un triunfo para el príncipe de las tinieblas. El salmista dice: "Me esconderá en su pabellón en el día de calamidad; me encubrirá en lo recóndito de su Tabernáculo" (Sal. 27:5, VM). Cristo ha dicho: "¡Ven, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tus puertas sobre ti; escóndete por un corto momento, hasta que pase la indignación! Porque he aquí que Jehová sale de su lugar para castigar a los habitantes de la tierra por su iniquidad" (Isa. 26:20-21, VM). Gloriosa será la liberación de los que lo hayan esperado pacientemente y cuyos nombres están escritos en el libro de la vida”. Maranata:275.



“Ninguna cadena es más fuerte que su eslabón más débil. Podemos considerar cierta cadena como buena en conjunto, pero si un eslabón es débil, no se puede tener confianza en ella. La tarea de vencer debe ser el tema de estudio de cada alma que entre en el reino de Dios. No debe ser pronunciada la palabra impaciente que palpita en vuestros labios. Debe ser apartado el pensamiento de que vuestro carácter no es debidamente estimado, pues debilita vuestra influencia y produce como seguro resultado la disminución de la estima en que otros os tienen. Deberíais vencer la idea de que sois mártires, y asiros de la promesa de Cristo que dice: "Bástate mí gracia". (Review and Herald, 01 de Agosto de 1893)”. MJ:89-90.


Persecución en la batalla que vendrá antes del último gran conflicto.-





“Los dos ejércitos se mantendrán distintos y separados, y esta distinción será tan señalada que muchos que se convenzan de la verdad se pasarán al lado del pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Cuando esta gran obra se lleve a cabo en la batalla, antes del conflicto final, muchos serán encarcelados, muchos, para salvar sus vidas, huirán tanto de las grandes ciudades como de las poblaciones pequeñas, y muchos serán mártires por causa de Cristo al permanecer firmes en favor de la verdad... No seréis tentados más de lo que podáis soportar. Jesús soportó todo esto y mucho más...”. 3MS:453-454.



“Algunos de nosotros seremos puestos ahora en pruebas igualmente severas. ¿Obedeceremos los mandamientos de los hombres o los mandamientos de Dios? Esta es una pregunta que se les hará a muchos. Lo mejor que podemos hacer es estar en estrecha comunión con Dios, y si él quiere permitir que seamos mártires por causa de la verdad, esto puede ser el medio de traer a muchos otros a la verdad (Manuscrito 83, 1886)”. 3MS:480.



“Allí se mostraba el trono de Dios. Alrededor de él había diez mil veces diez mil y millares de millares, y junto al trono estaban los mártires. Entre este número vi a aquellos que hacía tan poco se hallaban en tan extrema miseria, a los cuales el mundo no conocía, y odiaba y despreciaba”. 3MS:490.



“En el trayecto encontramos a un grupo que también contemplaba la hermosura del paraje. Advertí que el borde de sus vestiduras era rojo; llevaban mantos de un blanco purísimo y muy brillantes coronas. Cuando los saludamos pregunté a Jesús quiénes eran, y me respondió que eran mártires que habían sido muertos por su nombre. Los acompañaba una innúmera hueste de pequeñuelos que también tenían un ribete rojo en sus vestiduras”. PE:18-19.


La Gran Apostasía.-





“Fui transportada al tiempo cuando los idólatras paganos perseguían cruelmente y mataban a los cristianos. La sangre corría a torrentes. Los nobles, los sabios y el pueblo común eran muertos por igual sin misericordia. Familias poseedoras de fortuna eran reducidas a la pobreza, porque no querían renunciar a su religión. No obstante la persecución y los sufrimientos que estos cristianos soportaban, no querían arriar el estandarte. Conservaban pura su religión. Vi que Satanás triunfaba y se regocijaba de que ellos sufriesen. Pero Dios miraba a sus fieles mártires con gran aprobación. Los cristianos que vivieron en aquel tiempo espantoso fueron muy amados por él, porque estaban dispuestos a sufrir por causa de él. Todo padecimiento soportado por ellos aumentaba su recompensa en el cielo.

Aunque Satanás se regocijaba por los sufrimientos de los santos, no estaba satisfecho con esto. Quería dominar tanto la mente como el cuerpo. Los padecimientos que soportaban no hacían sino acercarlos más al Señor, induciéndoles a amarse unos a otros, y a tener tanto más temor de ofenderle. Satanás deseaba inducirles a desagradar a Dios; entonces perderían su fuerza, valor y firmeza. Aunque se daba la muerte a millares, otros se levantaban para reemplazarlos. Satanás vio que estaba perdiendo sus súbditos; porque aunque sufrían persecución y muerte, quedaban asegurados para Jesucristo, para ser súbditos de su reino. Por lo tanto Satanás trazó sus planes para luchar con más éxito contra el gobierno de Dios y derribar la iglesia. Indujo a los idólatras paganos a abrazar una parte de la fe cristiana. Profesaron creer en la crucifixión y resurrección de Cristo, y se propusieron unirse con los discípulos de Jesús sin que cambiara su corazón. ¡Oh! ¡Cuán terrible fue el peligro de la iglesia! Fue un tiempo de angustia mental. Algunos pensaron que si descendían y se unían con aquellos idólatras que habían abrazado una parte de la fe cristiana, esta actitud sería el medio de obtener la conversión completa de ellos. Satanás estaba tratando de corromper las doctrinas de la Biblia”. PE:210-211.



“No debéis encerraros en vosotros mismos, y contentaros con haber sido bendecidos con el conocimiento de la verdad. ¿Quién os trajo la verdad a vosotros? ¿Quién os mostró la luz de la Palabra de Dios? Dios no os ha encomendado su luz para que la coloquéis bajo un almud. He leído acerca de una expedición enviada para rescatar a Sir John Franklin. Hombres valientes dejaron sus hogares, y fueron de aquí para allá en los mares del norte, sufriendo privaciones, hambre, frío y angustias. ¿Y todo esto con qué propósito? Meramente para conquistar el honor de haber descubierto los cadáveres de los exploradores, o, si fuera posible, para rescatar a una parte del grupo de una muerte terrible que con toda seguridad iba a ser su suerte, a menos que la ayuda les alcanzara a tiempo. Si podían salvar aunque fuera a un hombre de perecer, considerarían bien pagados sus sufrimientos. Esto se hizo a costa del sacrificio de toda su comodidad y felicidad. Pensad en esto, y considerad cuán poco estamos dispuestos a sacrificar por la salvación de las preciosas almas que nos rodean. No se exige de nosotros que salgamos de nuestro hogar en un viaje largo y tedioso, para salvar la vida de un mortal que perece. A nuestras propias puertas, por doquiera, en todo nuestro derredor, hay almas que salvar, almas que perecen - hombres y mujeres que mueren sin esperanza, sin Dios - y sin embargo no sentimos preocupación, y virtualmente decimos por nuestras acciones, si no con palabras: "¿Soy yo guarda de mi hermano?". Estos hombres que perdieron su vida para tratar de salvar la de otros son elogiados por el mundo como héroes y mártires. ¿Cómo deberíamos sentirnos nosotros que tenemos la perspectiva de la vida eterna delante de nosotros, si no hiciéramos los pequeños sacrificios que Dios nos exige por la salvación de las almas de los hombres? (Review and Herald, 14 de Agosto de 1888)”. Servicio Cristiano Eficaz:118-119.



“Ha de efectuarse una gran obra; han de trazarse planes más amplios; una voz debe elevarse y despertar las naciones. Los hombres cuya fe es débil y vacilante no son los que han de llevar adelante la obra en esta importante crisis. Necesitamos el valor de los héroes y la fe de los mártires. (5T:187)”. Servicio Cristiano Eficaz:290

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