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Colin Standish- La Divinidad

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Colin Standish- La Divinidad Empty Colin Standish- La Divinidad

Mensaje por Admin Mar Mayo 18, 2010 6:50 am

La Divinidad.-

Muchos Adventistas del Séptimo Día devotos se oponen a la doctrina Católica Romana de la Tri-nidad. Sin embargo, en su celo por demostrar su aborrecimiento de la doctrina papal han tomado el punto de vista no apoyado por las Escrituras de que Cristo fue una emanación del Padre en algún tiem-po en las eras pasadas de la eternidad, y que el Espíritu Santo es una fuerza, y no una persona.
Nosotros creemos que para evitar malos entendidos, debiera ser usado el término bíblico Divini-dad en vez del término Trinidad, para expresar la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
“Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres”. Hechos 17:29.
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”. Rom. 1:20.
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Col. 2:9.
El término Trinidad no se encuentra ni en las Escrituras ni en el Espíritu de Profecía. El material a continuación son hechos históricos en relación a las disputas sobre el asunto de la Divinidad en el siglo cuarto (Arianismo es el punto de vista que sostiene que Cristo no es Dios, sino que el mayor ser creado).
“La presunta unidad del Romanismo fue gloriosamente mostrada, por los diferentes concilios y confesiones del siglo cuarto. El Papado, como en todas las otras ocasiones, eclipsó el Protestantismo en la manufactura de credos. Se efectuaron cuarenta y cinco concilios, dice Jorotín, en el cuarto siglo. De estos, trece fueron contra el Arianismo, quince a favor de esa herejía, y diecisiete a favor del Semi-Arianismo. Las calles se llenaron de obispos amontonados en los sínodos, y los gastos de viajes, los cuales eran costeados por el emperador, agotaron los fondos públicos. Estas exhibiciones se volvieron la burla de los paganos, quienes estaban divirtiéndose al contemplar a los hombres, los cuales, desde su infancia, habían sido educados en el cristianismo, y habían sido escogidos para instruir a otros en esa religión, apresurándose, de esta manera, a ir a lugares distantes y a convenciones, con el propósito de determinar sus creencias.
Edgar, Las Variaciones del Papado, pág. 309, citado por Benjamin G. Wilkinson en Verdad Triunfante, pág. 91.
La pregunta crucial de las siguientes décadas que se siguieron al Concilio de Nicea, fue cómo es-tablecer la relación de las Tres Personas de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El concilio deci-dió, y el papado se apropió de la decisión como suya propia: las personalidades de la Trinidad no esta-ban confundidas, y la substancia no estaba dividida. El clero romano estableció que la cristiandad había encontrado en la palabra Griega “homoousios” (consubstancialidad) un término apropiado para expresar esta relación.
Entonces el partido papal procedió a llamar a aquellos que no estaban de acuerdo con estas ense-ñanzas, de Arianos, mientras que se arrogaron a sí mismos el título de Trinitarios. Circuló entonces una acusación errónea, diciendo que todo aquel que fuese llamado de Ariano creía que Cristo era un ser creado. Esto causó la indignación de aquellos que no eran culpables de esta acusación.
Patricio (de Irlanda) era un espectador de muchos de estas conflictivas asambleas. Sería intere-sante, para poder entender correctamente su posición, el examinar por un momento esta palabra, este término, el cual ha separado muchas iglesias y ha hecho con que muchos cristianos sinceros fuesen quemados en la hoguera. En inglés (y en español) la palabra es “consubstancial”, denotando que más de una persona habita la misma substancia sin existir división o separación. El término original Griego es “homoousios”, que viene de “homso”, lo cual significa “idéntico”, y “ousia”, lo cual significa ”ser”.
Surgió un gran problema, sin embargo, ya que existen dos palabras Griegas con fama histórica. La primera, “homos”, que significa “idéntico”; y la segunda “homoios”, la cual significa “similar” o “semejante”, lo cual creó una historia muy tormentosa. La pronunciación de estas palabras es muy pa-recida. La diferencia en el significado, cuando son aplicadas a la Divinidad, es desconcertante para los creyentes simples. Sin embargo, aquellos que piensan en término de “homoiousian”, o “similar”, en vez de “homoousian”, o “idéntico”, fueron rápidamente llamados de herejes y Arianos por el clero. Pero cuando el emperador, Constantino, en plena asamblea del Concilio de Nicea, le preguntó a Hosius, el obispo que la estaba presidiendo, cuál era la diferencia entre los dos términos, Hosius respondió que ambas eran semejantes. Entonces casi todos los obispos comenzaron a reírse y a tomarle el pelo al que estaba presidiendo y le dijeron muchas herejías.
Como se han escrito muchos libros después de estos incidentes, durante todos estos siglos, creo que sería inconveniente analizarlo aquí. Pero posee, sin embargo, un efecto tan profundo sobre otras doctrinas relacionadas con el plan de salvación y sobre los actos externos de la adoración, que se creó un abismo entre el papado y las instituciones de la iglesia que Patricio fundó en Irlanda.
Aun cuando Patricio era nada más que un Ariano, sin embargo, él declinó en aceptar la idea de “identidad” que se encontraba en aquella fuerte palabra “consubstancial” o “homoousian”. Normal-mente cuando surgían fuertes controversias, se establecían tres partidos. En estos momentos habían dos extremos, uno de ellos siendo dirigido por el papado, el segundo por los Arianos, y el tercero era for-mado por el término medio de los creyentes cuyo punto de vista era el mismo que el de Patricio. El Dr. J. H. Todd comenta a respecto de “homoousian”, la palabra de la jerarquía papal, en relación a las cre-encias de Patricio: “Esta confesión de fe no es ciertamente “homoousian”. Otro hecho que verifica esta oposición de las iglesias británicas a la extrema especulación del Concilio de Nicea en relación a la Trinidad, es la historia del Concilio de Rimini en 359, el cual se llevó a efecto aproximadamente en la época del nacimiento de Patricio. Esto, parece, fue el último concilio de iglesia a ser atendido por los delegados Celtas de la Iglesia Británica antes de la retirada de las legiones romanas en el 410, y fue se-guido por la invasión de Inglaterra por los Anglosajones paganos. Este Concilio de Rimini aprobó de-cretos denunciando y rechazando las conclusiones de Nicea en relación a la Trinidad. El papa de Roma había recientemente firmado decretos similares en el Concilio de Sirmium. Nadie iría a blasfemas a los evangélicos por retirarse del punto de vista del papado en relación a la Trinidad, cuando la historia muestra que sus puntos de vista eran suficientemente fuertes como para hacer con que dos papas firma-sen decretos contrarios a la política del papado en Nicea”.
Benjamin Wilkinson, Verdad Triunfante, pág. 91-93.
Los Adventistas del Séptimo Día rechazan el concepto de Divinidad como siendo “homoousian”. La Divinidad, decidió la Iglesia Católica, era una substancia indivisible y con personalidad. Esto no es ni Adventismo del Séptimo Día, ni lo que es más importante, bíblico. Ni el Padre ni el Espíritu Santo hicieron parte de Cristo en Su humanidad. Ni tampoco lo fueron antes de la encarnación.
Nosotros rechazamos el punto de vista de la Iglesia Católica de la Divinidad por otras razones:
1.- La Iglesia Católica Romana pinta un retrato del padre tan fiero y punitivo que necesitamos de las imploraciones de una suave y amable mujer, María, para que aplaque Su ira contra nosotros. Pero las Escrituras enseñan que “Dios es amor” (1 Juan 4:8).
2.- La Iglesia Católica Romana destruye a Cristo como nuestro Mediador (1 Tim. 2:5), haciendo con que María, los santos y los sacerdotes efectúen esta función. Ellos también aseguran que los sacerdotes pueden crear a Cristo.
3.- La Iglesia Católica Romana destruye las funciones del Espíritu Santo para guiarnos en toda la ver-dad (Juan 16:13). El “infalible” Papa guía a los fieles en toda la verdad.
Así nosotros rechazamos totalmente el concepto Católico Romano de la Divinidad y preferimos no utilizar su término “Trinidad”. Pero este rechazo no nos autoriza a denigrar ni la persona del Espíritu Santo o la completa deidad de nuestro Salvador. Las claras palabras de las Escrituras y del Espíritu de Profecía demandan que no caigamos en estos errores.
Muchos de estos fieros debates en relación a la persona del Espíritu Santo gira alrededor de la pregunta de si 1 Juan 5:7 ha sido interpolado en la Biblia o si hace parte del original escrito por el após-tol Juan. El debate fue fiero en el tiempo de la Reforma con algunos de los Reformistas apoyando la autenticidad de este verso y otros negando su validez en el canon de las Escrituras.
“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno”. 1 Juan 5:7.
El debate resulta del hecho de que muchos manuscritos Griegos no incluyen este pasaje. Esto ha conducido a dos interpretaciones diferentes. Por un lado muchos dicen que es una interpolación insi-nuada por la Iglesia Católica Romana, la cual fue adicionada al canon de las Escrituras para fortificar el concepto de la Trinidad. Opuesto a este argumento, los que apoyan la autenticidad de 1 Juan 5:7 han observado que se han hecho muchas adiciones, supresiones y modificaciones hechas en los primeros tres siglos de la era cristiana por aquellos que trataban de negar esas doctrinas, tales como la existencia de Cristo y de la Divinidad. Mientras este debate no sea satisfecho de acuerdo a la opinión de la mayoría, sin embargo existe una evidencia bastante antigua de la existencia de 1 Juan 5:7 en los escritos de los primeros padres de la iglesia.
En su extenso libro, “Una Historia Sobre El Debate de 1 Juan 5:7-8”, Michael Maynard cita una evidencia del segundo siglo. Por ejemplo, Teófilo, Obispo de Antioquía, cerca del año 168 d.C., usó la palabra “Trinidad” en su carta a Autolicus (Maynard, pág. 37). Esto posee un significado especial de-bido al hecho que fue la Iglesia de Antioquía la que protegió tan fuertemente la integridad de las copias del Nuevo Testamento de la corrupción y de las modificaciones que sabemos que fueron hechas por los eruditos Occidentales de la Escuela de Teología de Alejandría. En su apología presentada al emperador romano, cerca del año 177 d.C., Atenágoras escribió lo siguiente:
“Quién, entonces, no tendría vergüenza de escuchar a los hombres hablar de Dios el Padre, y de Dios el Hijo, y del Espíritu Santo, y de los que declaran que sus poderes están unidos y sus distinciones en orden, de ser llamado ateista”. Citado en Ibid, de los Padres Anti-Niceanos.
Maynard cita de todos los siglos posteriores, confirmando la continuidad de la creencia en la au-tenticidad de 1 Juan 5:7.
Claramente aludiendo a 1 Juan 5:7 Cipriano escribió:
“El Señor dice “Yo y el Padre somos uno”. “Y así como está escrito del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. “Y estos tres son uno”. Ibid.
Aun cuando la autenticidad de la persona de todos los miembros de la Divinidad no depende de un texto de las Escrituras. Vamos a ver rápidamente otros textos. Ya hemos citado muchos otros. La objeción más fuerte contra la doctrina de la Trinidad, expresada por muchos Protestantes del tiempo de la Reforma y en nuestros días, se centraliza en el hecho de que este entendimiento tiene orígenes paga-nos. No hay duda de que los Babilonios tenían el concepto de una trinidad, y alrededor de este concep-to desarrollaron muchas creencias y algunas prácticas místicas. De este paganismo, los Egipcios desa-rrollaron la trilogía de la deidad – Horus, Isis y Set – los cuales han sido incorporados dentro de la fe Católica Romana cuando el paganismo entró en la iglesia cristiana primitiva. Esto llevó a la Iglesia Católica Romana a continuar con los misterios de la Trinidad menospreciando el hecho de que tuviese fundamentos paganos. Pero el paralelo del paganismo con el catolicismo romano no es en sí mismo una evidencia suficiente como para negar la Trinidad del cristianismo. Satanás ha distorsionado muchas verdades en el paganismo primitivo.
Por ejemplo, Dios ha instituido un día de reposo, el séptimo día de la semana. Satanás lo distor-sionó colocando el primer día de la semana entre los paganos. Sería tonto negar la santidad del Sábado simplemente porque la Iglesia Católica Romana adoptó el Sábado espúreo de los paganos. Además, el cristianismo fue establecido cuando Cristo nació de María; pero dos mil años antes del nacimiento de Jesús, Satanás ya había distorsionado este relacionamiento madre-Hijo en la religión pagana a través de la introducción de la Señora (Madona) y el hijo. Es interesante notar que la Iglesia Católica Romana ha incorporado los tres engaños en sus ejercicios religioso, la Trinidad, la Señora (Madona) y el Hijo. De-bido a que la palabra Trinidad no es usada en las Escrituras, podría ser prudente el hecho de no conti-nuar usándolo, para reducir la confusión, escogiendo mejor el uso de la palabra Divinidad, de tal manera que la distinción entre el misticismo de la Trinidad y la autenticidad de la Divinidad sea enfatizado.
El entendimiento Protestante de la Divinidad es directamente opuesto al de la Iglesia católica Romana. Tal como lo hemos declarado anteriormente, los Católicos Romanos representan un Padre ce-lestial que está tan dispuesto a la ira y tan vengativo, que requiere de una mujer muy suave para suavizar Su espíritu y calmar Su ira, uno tierno y gentil, tal como es representado por Su Hijo, Cristo.
Los Católicos Romanos creen en un Cristo que puede ser creado por los sacerdotes, aun sacerdo-tes malos, cuya obra mediatoria puede ser encargada a sacerdotes y santos. Los Protestantes adoptan la representación bíblica de Cristo el cual es eterno y es el único Mediador.
La Iglesia Católica Romana usurpa la obra del Espíritu Santo como Aquel que nos lleva a toda la verdad y adopta el punto de vista que el Papa y los concilios de la iglesia poseen tal función. ¡Cuán di-ferente son las dos posiciones! Nunca permita que un Protestante crea que su punto de vista de la Divi-nidad sea afín con el punto de vista católico Romano de la trinidad.
No cabe duda que la mayoría de los primeros Adventistas del Séptimo Día eran unitarianos. Pero descubrimos que, para sorpresa de muchos de nuestro pueblo, la hermana White rechazó este concepto antibíblico y mantuvo el concepto de una Divinidad compuesta por tres personas.
No se puede negar que muchos de los primeros pioneros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día eran anti-trinitarios, incluyendo James White, Uriah Smith y J. H. Waggoner. Aun cuando no podemos ignorar las contribuciones de los pioneros, debemos basar nuestra evidencia en la Biblia y en el Espíritu de Profecía.
Parece que el Señor vio que el tiempo para el alumbramiento de los pioneros en relación a la Di-vinidad debía ocurrir durante los últimos años de la profetisa. Esta luz vino a Ellen White en la década de 1890. Cuando apareció, los creyentes fueron chocados y llenados de consternación. Tal como lo de-clara el Dr. Maxwell:
“Su declaración en el Deseado de Todas las Gentes, en la página 530, “En Cristo había vida, ori-ginal, no emprestada, no derivada”, causó consternación en la década de 1890, pero también llevó al Adventismo efectivamente a apreciar el concepto del Trinitarianismo”. Dr. M. Maxwell, El Santuario y La Expiación, pág. 532.
De la misma manera el Dr. M. L. Andreasen declaró:
“Me acuerdo de cuán asombrados nos quedamos cuando el Deseado de Todas las Gentes fue pu-blicado por primera vez, ya que contenía algunas cosas que nosotros creíamos que fuesen increíbles; entre otras cosas la doctrina de la trinidad la cual no era generalmente aceptada por los Adventistas en aquel entonces”.
Andreasen era de la opinión que los escritos de Ellen White habían sido interferidos, de tal mane-ra que él solicitó tener acceso a los documentos manuscritos originales. Él dice:
“Yo estaba especialmente interesado en la declaración del Deseado de Todas las Gentes, la cual de una sola vez causó gran preocupación a la teología denominacional: “En Cristo hay vida original, no emprestada y no derivada”. Pág. 530 (Página 489 en español). Esa declaración parece no ser muy revo-lucionaria para ti, pero para nosotros lo fue. Casi no podíamos creerla... Yo tenía certeza que Ellen White nunca la había escrito... Pero ahora la había encontrado en sus propios documentos manuscritos, tal como había sido publicada. Lo mismo sucedió con otras declaraciones. A medida que las iba verifi-cando, encontré que eran las propias expresiones de la hermana White”. Dirección de la Iglesia, Loma Linda, 30 de Noviembre de 1948.
Parece ser que los pioneros, al no tener una clara percepción de la Divinidad, mal entendieron su naturaleza. Ellos también tuvieron problemas en entender lo que constituye una persona. El hermano R. F. Cottrell escribió en 1869:
“Que una persona es tres personas, y que tres personas son solamente una persona, es la doctrina que nosotros decimos que es contraria a la razón y al sentido común”. Review and Herald, 6 de Julio de 1869.
Tal como nosotros sabemos hoy en día, la Divinidad siempre ha envuelto tres personas en una Divinidad, pero nunca tres personas en una persona

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